viernes, 11 de marzo de 2011

Francisco de Asís

Francisco de Asís (en italiano Francesco d'Assisi) (* Asís, 5 de julio de 1182 – † ibídem, 3 de octubre de 1226) fue un santo italiano, diácono, fundador de la Orden Franciscana y de una segunda orden conocida como Hermanas Clarisas, ambas surgidas bajo la autoridad de la Iglesia Católica en la Edad Media, al contrario de otras hermandades —como los cátaros— que fueron consideradas herejes. De ser hijo de un rico comerciante de la ciudad en su juventud, pasó a vivir bajo la más estricta pobreza y observancia de los Evangelios. En Egipto, intentó infructuosamente la conversión de musulmanes al cristianismo.

Su vida religiosa fue austera y simple, por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Tal forma de vivir no fue aceptada por algunos de los nuevos miembros de la orden mientras ésta crecía; aún así, Francisco no fue reticente a una reorganización. Es el primer caso conocido en la historia de estigmatizaciones visibles y externas. Fue canonizado por la Iglesia Católica en 1228, y su festividad se celebra el 4 de octubre. Es conocido también como il poverello d'Assisi («el pobrecillo de Asís», en italiano).

Contexto histórico
En el siglo XII se concretaron cambios fundamentales en la sociedad de la época: el comienzo de las Cruzadas, el incremento demográfico y la afluencia del oro, entre otros motivos, influyeron en el incremento del comercio y el desarrollo de las ciudades. La economía seguía teniendo su base fundamental en el campo dominado por el modo de producción feudal, pero los excedentes de su producción se canalizaban con mayor dinamismo que en la Alta Edad Media. Aunque todavía no se estaba produciendo una clara transición del feudalismo al capitalismo y los estamentos privilegiados (nobleza y clero) seguían siendo los dominantes, como lo fueron hasta la Edad Contemporánea, los burgueses (artesanos, mercaderes, profesionales liberales y hombres de negocios) comenzaban a tener posibilidades de ascenso social. La Iglesia, protagonista de ese tiempo, también se vio influida por la nueva riqueza: no eran pocas las críticas a algunos de sus ministros que se preocupaban más por el crecimiento patrimonial y sus relaciones políticas de conveniencia.

Debido a ello, diversos movimientos religiosos surgieron en rechazo a la creciente opulencia de la jerarquía eclesiástica en esa época, o se dedicaron a vivir más de acuerdo con los postulados de una vida pobre y evangélica. Algunos de ellos medraron afuera de la institución y vivieron a su manera; tales movimientos fueron condenados hasta el punto de considerarlos herejes. Los Cátaros, por ejemplo, predicaban entre otras cosas el rechazo a los sacramentos, las imágenes y la cruz. Otras organizaciones como la creada por San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán, por el contrario, nacieron bajo sumisión a la autoridad católica y fueron conocidas con el nombre genérico de "los monjes mendicantes". Este movimiento logró que la mayoría de la Iglesia se alejase de la opulencia, vicio que tornaría en el siglo XIV.
Infancia y juventud
Nació bajo el nombre de Giovanni. Sus padres fueron Pedro Bernardone dei Moriconi y Donna Pica Bourlemont, provenzal; tuvo al menos un hermano más, de nombre Angelo. Su padre era un próspero comerciante de telas que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a Francia a las ferias locales. Entre algunas versiones, fue la afición a esta tierra por lo que su padre lo apodó después como Francesco o el francesito; también es probable que el pequeño fuera conocido más adelante de este modo por su afición a la lengua francesa y los cantos de los trovadores.

Francisco recibió la educación regular de la época, en la que aprendió latín. De joven se caracterizó por su vida despreocupada: no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de sus amigos, en sus correrías periódicas, ni en dar pródigas limosnas; como cualquier hijo de un potentado tenía ambiciones de ser exitoso.

En sus años juveniles la ciudad ya estaba envuelta en conflictos para reclamar su autonomía del Sacro Imperio. En 1197 lograron quitarse la autoridad germánica, pero desde 1201 se enfrascaron en otra guerra contra Perugia, apoyada por los nobles desterrados de Asís. En la batalla de Ponte San Giovanni, en noviembre de 1202, Francisco fue hecho prisionero y estuvo cautivo por lo menos un año.

Desde 1198 el pontificado se hallaba en conflicto con el Imperio, y Francisco formó parte de la armada papal bajo las órdenes de Gualterio de Brienne contra los germanos.

De acuerdo con los relatos, fue en un viaje a Apulia (1205) mientras marchaba a pelear, cuando durante la noche escuchó una voz que le recomendaba regresar a Asís. Así lo hizo y volvió ante la sorpresa de quienes lo vieron, siempre jovial pero envuelto ahora en meditaciones solitarias.

Empezó a mostrar una conducta de desapego a lo terrenal. Un día en que se mostró en un estado de quietud y paz sus amigos le preguntaron si estaba pensando en casarse, a lo que él respondió: Estais en lo correcto, pienso casarme, y la mujer con la que pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena, que ninguno de vosotros visteis otra igual. Hasta ese momento todavía no sabía él mismo exactamente el camino que había de tomar de ahí en adelante; fue después de reflexiones y oraciones que supo que la dama a quien se refería era la Pobreza.

El punto culminante de su transformación se dio cuando convivió con los leprosos, a quienes tiempo antes le parecía extremadamente amargo mirar. Se dedicó después a la reconstrucción de la capilla de San Damián. Según los relatos, lo hizo después de haber visto al crucifijo de esta iglesia decirle: Francisco, vete y repara mi iglesia, que se está cayendo en ruinas. Entonces decidió vender el caballo y las mercancías de su padre en Foligno, regresó a San Damián con lo ganado y se lo ofreció al sacerdote, pero este lo rechazó.

Su padre, al darse cuenta de la conducta de su hijo, fue enojado en su búsqueda, pero Francisco estaba escondido y no lo halló. Un mes después fue él mismo el que decidió encarar a su padre. En el camino a su casa, las personas con que se encontró lo recibieron mal y, creyéndolo un lunático, le lanzaron piedras y lodo.

Francisco ante las autoridades eclesiales
Su padre lo reprendió severamente, tanto que lo encadenó y lo encerró en un calabozo. Al ausentarse el airado padre por los negocios, la madre lo libró de las cadenas. Cuando regresó, fue ella quien recibió las reprimendas del señor de la casa, y fue otra vez en búsqueda del muchacho a San Damián, pero Francisco se plantó con calma y le reafirmó que enfrentaría cualquier cosa por amor a Cristo. Pedro Bernardone, más preocupado por lo perdido de su patrimonio, acudió a las autoridades civiles a forzarlo a presentarse, pero el joven rehusó hacerlo con el argumento de no pertenecer ya a la jurisdicción civil, por lo que las autoridades dejaron el caso en manos de la Iglesia.

Francisco se sometió al llamado de la autoridad eclesial. Ante el requerimiento de devolver el dinero frente a su padre y al obispo de Asís, de nombre Guido, no sólo lo hizo, sino que se despojó de todas sus vestimentas ante los jueces, proclamando a Dios desde ese momento como su verdadero Padre. Ante esto, el obispo lo abrazó y le envolvió con su manto.

Comienzos de la orden
No se sabe con certeza cuántas iglesias en ruinas o deterioradas reconstruyó; entre ellas, a la que más estima tenía era la capilla de la Porciúncula ("la partecita", llamada así porque estaba junto a una construcción mayor).

Allí fue donde recibió la revelación definitiva de su misión, probablemente el 24 de febrero de 1208, cuando escuchó estas palabras del evangelio: No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos... (Lc., 10). Así, cambió su afán de reconstruir las iglesias por la vida austera y la prédica del Evangelio. Después de someterse a las burlas de quienes lo veían vestido casi de trapos, ahora su mensaje era escuchado con atención, y al contrario de otros grupos reformadores de la época, el suyo no era un mensaje de descalificaciones ni anatemas.

En unos meses sus discípulos eran once: Bernardo de Quintavalle, Pedro Catani, Gil, Morico, Bárbaro, Sabatino, Bernardo Vigilante, Juan de San Constanzo, Angelo Tancredo, Felipe y Giovanni de la Capella.

Bajo la pobreza que Francisco predicaba y pedía, los frailes hacían sus labores diarias atendiendo leprosos, empleándose en faenas humildes para los monasterios y casas particulares, y trabajando para granjeros. Pero las necesidades cotidianas hacían la colecta de limosna inevitable, labor que Francisco alentaba con alegría por haber elegido el camino de la pobreza. Comenzó también la expansión del mensaje evangélico, y para ello los estimuló a viajar de dos en dos.

Audiencia ante el Papa para la aprobación de la regla
Hacia abril o mayo de 1209, Francisco se decidió a presentarse ante el Papa Inocencio III, para que le aprobara la primera regla de la orden. Con ese fin, él y sus acompañantes emprendieron el viaje a Roma.

Fue bajo la intervención del obispo Guido de Asís como pudo tener audiencia con el Papa. Éste y ciertos cardenales objetaban el programa franciscano por el peligro de crear otra organización nueva, debido a los movimientos anticlericales de la época y a la falta de una mínima base material de la orden; pero bajo la influencia del cardenal Juan de San Pablo y su apoyo, Francisco pudo tener una nueva audiencia para que se considerara la aprobación de su hermandad de pobres.

El Papa por fin aprobó la regla verbalmente, al convencerse de que la ayuda de un hombre como Francisco reforzaría la imagen de la Iglesia con su prédica y su práctica del Evangelio. No se conoce el contenido de esta primera regla. Fue por esta época (seis años después de su conversión según Celano) cuando fundó, junto a Clara de Asís, la llamada segunda orden.

Rivo Torto
Camino de vuelta a Asís, él y sus acompañantes se ubicaron en un lugar llamado Rivo Torto, donde consolidaron sus principios de vivir en la pobreza, conviviendo entre los campesinos locales y atendiendo a leprosos; desde entonces se hacían llamar a sí mismos Hermanos Menores o Frailes Menores (el nombre fundacional de la congregación es Ordinis Fratrorum Minorum, abreviado O.F.M.).

Después de la estadía en Rivo Torto, buscó una sede para su orden; para ello pidió la ayuda del obispo Guido, pero no consiguió respuesta favorable. Fue un abad benedictino del Monte Subasio quien le ofreció la capilla de la Porciúncula y un terreno adyacente (propiamente la partecita, la porcioncita). Francisco aceptó, pero no como un regalo, sino que pagaba como renta canastas con peces.

Crecimiento y expansión
Dentro del ánimo de la época de los viajes hacia el Este, hizo un intento de ir a Siria para la expansión del Evangelio en la tierra de los llamados «infieles». Esto sucedió probablemente a finales del año 1212 y nuevamente dos años más tarde, pero ambas empresas se frustraron.

Antes de 1215 el número de frailes se había incrementado, no sólo en Italia sino en el sur de Francia y en los reinos de España. Viajaban los franciscanos de dos en dos y convivían con la gente común; además, establecían ermitas en las afueras de las ciudades.

Concilio de Letrán
Durante el Concilio de Letrán de 1215, la organización adquirió un fuerte estatus legal; en ese año se decretó que toda nueva orden debía adoptar la Regla de San Benito o la de San Agustín. Para los Frailes Menores no hubo necesidad de esto, por haber sido aceptados seis años antes (aunque de palabra y no oficialmente). En este concilio el Papa Inocencio III tomó la letra Tau como símbolo de conversión y señal de la cruz; de ahí en adelante el poverello fue devoto de este símbolo.

En esa época, el cardenal Hugolino les ofreció a él y a Domingo de Guzmán la posibilidad de formar cardenales de las filas de sus órdenes. Francisco, según las crónicas de Tomás de Celano, acorde con sus principios respondió: «Eminencia: mis hermanos son llamados frailes menores, y ellos no intentan convertirse en mayores. Su vocación les enseña a permanecer siempre en condición humilde. Mantenedlos así, aún en contra de su voluntad, si Vuestra Eminencia los considera útiles para la Iglesia. Y nunca, os lo ruego, les permitáis convertirse en prelados.»

Viaje a Oriente
Hacia el capítulo de 1219, la orden tuvo sus primeras disensiones respecto de las normas de pobreza dictadas por Francisco. Algunos persuadieron al cardenal Hugolino para que hablara con él, a fin de que la orden fuera dirigida por hermanos «más sabios» y de acuerdo con reglas como la de San Benito, a lo que el poverello se opuso recalcando la forma de vida de humildad y simplicidad. La innovación que brotó de este encuentro fue la organización de misiones a las llamadas «tierras paganas».

En 1219 se embarcó hacia el oriente, pasando por Chipre, San Juan de Acre y Damieta en el delta del Nilo, donde los cruzados estaban bajo la orden del duque Leopoldo VI de Austria. Allí, Francisco los previno de que había sido alertado por Dios de que no realizaran ningún ataque; ante sus palabras, los soldados se burlaron de él. El resultado de la siguiente batalla fue un desastre para los cruzados. Continuó su estadía y el aprecio hacia su persona crecía, incluso algunos caballeros abandonaron las armas para convertirse en frailes menores.
Frente al sultán de Egipto

Tomó como misión la conversión de los musulmanes. Para ello se acompañó del hermano Illuminato para adentrarse en esas tierras; al encontrarse con los primeros soldados sarracenos fue golpeado, pero inmediatamente pidió ser llevado ante el Sultán, que entonces era al-Malik al-Kamil.

Según las crónicas de Buenaventura, el poverello, en su afán de convertirlo al cristianismo, invitó a los ministros religiosos musulmanes a entrar con él en una gran fogata, para así demostrar qué religión era la verdadera; los mulás rehuyeron la propuesta. Francisco ofreció entrar solo y retó al Sultán a que, si salía ileso, se convertiría al cristianismo e incitaría a su pueblo a hacerlo; el príncipe rechazó también esa posibilidad. Al final, sus pretensiones se frustraron. Tiempo después obtuvo del sultán al-Mu'azzam de Damasco, hermano de al-Malik, permiso sólo para visitar Siria y Tierra Santa.

Crisis y reorganización
La orden, durante su ausencia, sufrió una crisis: hubo disensiones, falta de organización y desacuerdos con la ruda vida diaria. El rumor de la muerte de Francisco en el Oriente dio pie a implantar reformas, entre ellas ciertas medidas disciplinarias, ayunos e incluso la institución de una casa de estudio en Bolonia; muchos consideraron estos cambios contrarios a la idea original del fundador. Enterado de estos sucesos, Francisco fue ante el Papa Honorio III y le rogó que designara al cardenal Hugolino para reorganizar la orden.

La nuevas disposiciones tuvieron un nuevo Ministro General, Elias Bombarone, y una nueva regla, la de 1221 (Regla no bulada) que entre otros temas trató el año de noviciado, la prohibición del vagabundeo y de la desobediencia ante órdenes contrarias a los principios franciscanos.

La tercera orden
Ante el incremento de las vocaciones y el peligro de inclusión de gente de dudosa vocación espiritual, nació la llamada Tercera Orden, para permitir a hombres y mujeres laicos vivir una vida franciscana. Obtuvo su estatus legal en 1221 también con la ayuda del cardenal Hugolino. Es en posteriores escritos como se rescata su contenido, porque el original se perdió. Consistía de trece capítulos en los que se reglamentaba la santificación personal de los terciarios, su vida social y la organización de la nueva fraternidad.

Bajo influencia nuevamente de este cardenal, la orden reabrió el convento de Bolonia para el estudio, a pesar de la convicción de Francisco de la primacía de la oración y la prédica de los Evangelios por sobre la educación formal.
La regla definitiva
Bajo la insistencia de ministros de la orden, fue obligado a redactar una nueva regla, ya que ciertos opositores a la entonces vigente consideraban que le faltaba consistencia y definición, y que eso le impedía obtener una definitiva aprobación del Papado. Nuevamente aceptó las exigencias. Para ello se retiró dos veces a la ermita de Fonte Colombo cerca de Rieti, a redactar una definitiva regla bajo ayuno y oración. El 29 de noviembre de 1223, con otra participación del cardenal Hugolino, la regla tuvo su forma definitiva y fue aprobada por el Papa Honorio III.

Navidad en Greccio
Terminada la labor de aprobación de la regla definitiva, Francisco decidió retornar a Umbría. Debido a la cercanía de la Navidad, a la que él tenía especial aprecio, quiso celebrarla de manera particular ese año de 1223; para ello convidó a un noble de la ciudad de Greccio, de nombre Juan, a festejar el nacimiento de Jesucristo en una loma rodeada de árboles y llena de cuevas de un terreno de su propiedad.

Pretendió que la celebración se asemejara lo más posible a la natividad de Jesús, y montó un pesebre con animales y heno; pobladores y frailes de los alrededores acudieron a la misa en procesión. Allí el poverello asistió como diácono y predicó un sermón. Aunque no fue la primera celebración de este tipo, es considerada un importante evento religioso, una fiesta única.
Los estigmas
Francisco asistió en junio de 1224 a lo que fue su último capítulo general de la orden. Hacia principios de agosto resolvió hacer un viaje a un lugar aislado llamado Monte Alvernia, a unos 160 kilómetros al norte de Asís; escogió para este viaje a algunos de sus compañeros: León, Angelo, Illuminato, Rufino y Masseo, a quien el poverello puso al mando del grupo.

Estando en la cima, fue visitado por el conde Orlando, quien llevaba provisiones a los hermanos. Francisco le pidió construirle una cabaña a manera de celda, donde después se aisló. En ese lugar, León fue testigo de los actos de su soledad: lamentos por el futuro de la orden y estados de éxtasis. Al saber que era espiado, decidió irse a un sitio más apartado en una saliente de montaña. En la fiesta de la Asunción Francisco decidió hacer un ayuno de cuarenta días.

Por órdenes del poverello, León lo visitaba dos veces para llevarle pan y agua. Según los relatos que recogieron los testimonios de León, éste fue testigo de la aproximación y alejamiento de una bola de fuego que bajaba del cielo; por este prodigio, Francisco le comentó que algo grande estaría por ocurrir. Le hizo abrir tres veces el misal para encontrar respuesta, y las tres veces se abrió en la historia de la Pasión de Jesús.

Probablemente el 14 de septiembre de 1224, oró para recibir dos gracias antes de morir: Sentir la pasión de Jesús, y el amor que lo impulsó al sacrificio. Después de intensas oraciones —según relato de San Buenaventura — el mismo Nazareno se le presentó en el cielo, crucificado, rodeado por seis alas angélicas, y le imprimió las señales de la crucifixión en las manos, los pies y el costado; posteriormente, sus hermanos vieron los estigmas de Francisco, que él conservó por el resto de su vida. Sin embargo, Francisco -al igual que otros santos estigmatizados- hizo todo lo posible para ocultarlos a la vista de los demás por considerarse indigno, no del dolor que sentía, sino de ser portador de las señales de la Pasión de Jesús. Por eso, fue desde entonces con las manos metidas entre las mangas del hábito, y con los pies cubiertos por medias y zapatos.

Muerte
Retornó a la Porciúncula acompañado sólo por León; en su camino hubo muestras de veneración al estigmatizado, aparentemente su acompañante hacía saber a todos acerca del prodigio. Mientras tanto, su salud —que desde mucho tiempo antes nunca fue buena del todo— empeoraba: El sangrado de sus heridas lo hacía sufrir constantemente. En el verano de 1225 pasó un tiempo en San Damián bajo el cuidado de sus allegados.

Fue durante esta temporada cuando compuso el Cántico del Hermano Sol, que hizo también cantar a sus compañeros. Se encaminó luego a Rieti, rodeado del entusiasmo popular por tocarlo o arrancar algún pedacito del pobrísimo sayo que vestía, y se instaló en el palacio del obispo. Después se hospedó en Fonte Colombo, donde fue sometido a tratamiento médico, que incluyó cauterizar con un hierro ardiente la zona desde la oreja hasta la altura de la ceja de uno de sus ojos; según los relatos, Francisco no sintió dolor al «platicar» con el fuego para que no lo dañara. Otro intento para ser tratado por renombrados médicos fue hecho en Siena, sin buen resultado.

Deseó volver a la Porciúncula a pasar sus últimos días. Arribó a Asís y fue llevado al palacio del obispo y resguardado por hombres armados, puesto que la localidad estaba en estado de guerra. En su lecho escribió su Testamento. En sus últimos momentos entonó nuevamente su Cántico al Hermano Sol —al que agregó un nuevo verso dedicado a la hermana Muerte— junto a Angelo y León.

De acuerdo con su último deseo, fue encaminado a la Porciúncula, donde se estableció en una cabaña cercana a la capilla. Murió el 3 de octubre de 1226.

Así relata San Buenaventura la verificación de las llagas de Francisco después de su muerte:
"Al emigrar de este mundo, el bienaventurado Francisco dejó impresas en su cuerpo las señales de la pasión de Cristo. Se veían en aquellos dichosos miembros unos clavos de su misma carne, fabricados maravillosamente por el poder divino y tan connaturales a ella, que, si se les presionaba por una parte, al momento sobresalían por la otra, como si fueran nervios duros y de una sola pieza. Apareció también muy visible en su cuerpo la llaga del costado, semejante a la del costado herido del Salvador. El aspecto de los clavos era negro, parecido al hierro; mas la herida del costado era rojiza y formaba, por la contracción de la carne, una especie de círculo, presentándose a la vista como una rosa bellísima. El resto de su cuerpo, que antes, tanto por la enfermedad como por su modo natural de ser, era de color moreno, brillaba ahora con una blancura extraordinaria. Los miembros de su cuerpo se mostraban al tacto tan blandos y flexibles, que parecían haber vuelto a ser tiernos como los de la infancia. Tan pronto como se tuvo noticia del tránsito del bienaventurado Padre y se divulgó la fama del milagro de la estigmatización, el pueblo en masa acudió en seguida al lugar para ver con sus propios ojos aquel portento, que disipara toda duda de sus mentes y colmara de gozo sus corazones afectados por el dolor. Muchos ciudadanos de Asís fueron admitidos para contemplar y besar las sagradas llagas. Uno de ellos llamado Jerónimo, caballero culto y prudente además de famoso y célebre, como dudase de estas sagradas llagas, siendo incrédulo como Tomás, movió con mucho fervor y audacia los clavos y con sus propias manos tocó las manos, los pies y el costado del Santo en presencia de los hermanos y de otros ciudadanos; y resultó que, a medida que iba palpando aquellas señales auténticas de las llagas de Cristo, amputaba de su corazón y del corazón de todos la más leve herida de duda. Por lo cual desde entonces se convirtió, entre otros, en un testigo cualificado de esta verdad conocida con tanta certeza, y la confirmó bajo juramento poniendo las manos sobre los libros sagrados."
San Buenaventura, Leyenda Mayor de San Francisco 15,4

Al día siguiente, el cortejo fúnebre se encaminó hacia San Damiano y después a San Giorgio, donde fue sepultado. Fue canonizado el 16 de julio de 1228. Sus restos se encuentran en la Basílica de San Francisco en Asís.

Personas allegadas a Francisco de Asís
Clara de Asís. Tuvo como modelo de su conversión a Francisco y lo siguió. Juntos organizaron a la Segunda Orden Franciscana o hermanas clarisas. Francisco puso confianza en sus consejos.

Jacoba de Settesoli. De ascendencia noble romana, y de carácter viril y enérgico, abrazó la vida religiosa al quedar viuda. Al igual que Clara, fue muy apreciada por Francisco.

Masseo de Marignano. Dedicado a la guardia de las instalaciones.

Angelo Tarlati. Un militar que dejó las armas para entrar a la orden.

Junípero. Llamado por Clara el Juglar de Dios; de personalidad jovial, divertida y pintoresca. Según los relatos, Francisco dijo alguna vez: «Mis hermanos, si sólo tuviera un bosque lleno de Juníperos…». Murió en 1258.

Bernardo de Quintavalle. De los primeros seguidores de Francisco. Murió entre 1240 y 1246.

Gil. Uno de los más devotos seguidores de la práctica franciscana; realizó viajes a Roma, Compostela y Tierra Santa. Murió en 1262.

Rufino. Primo de Clara de Asís, de ascendencia noble. De carácter tímido y temeroso de hablar en público; junto a León y Angelo, protagonista de la Leyenda de los tres Hermanos.

León. Muy cercano a la vida del poverello como su confesor y secretario.Testigo de los momentos previos a la estigmatización de Francisco. Luego de recibir los estigmas, Francisco le obsequió la famosa "Bendición a fray León".

Antonio de Lisboa. Llamado por Francisco "mi obispo". De gran erudición y facilidad de palabra. Fue proclamado Doctor de la Iglesia en 1945.
Oración y prédica
La oración ocupó un lugar central en la vida de Francisco; para ello buscaba la vida eremítica, el silencio y soledad interior. Reforzaba sus plegarias postrándose, ayunando, e incluso, gesticulando.

Al no ser sacerdote, en vez de dar doctrina, practicaba una predicación exhortativa, esto es, incitaba a la conversión y a vivir una vida evangélica; predicaba también con el ejemplo, con su estilo de vida aliada a la pobreza. Su manera de predicar era por medio de laudas, o alabanzas, con el objetivo de llamar la atención de los hombres a honrar al Ser Supremo.

Según Tomás Celano:
Cuando, estando en público, se sentía de pronto afectado por visitas del Señor, para no estar ni entonces fuera de la celda hacía de su manto una celdilla… Siempre encontraba la manera de ocultarse a la mirada de los presentes…hasta el punto de orar entre muchos sin que lo advirtieran en la estrechez de la nave.

Escritos de Francisco de Asís y primeras biografías
Entre los escritos reconocidos de Francisco de Asís están:

* Cántico de las criaturas
* Alabanzas en todas las horas
* Carta a toda la orden
* Bendición a fray León
* La verdadera alegría
* Carta a las autoridades, etc.

Primeras biografías, con fechas probables de autoría:

* Leyenda primera (Legenda Prima), de Tomás Celano (1228–1230).
* Espejo de perfección (Speculum Perfectionis), de autor desconocido.
* Leyenda segunda (Legenda Secunda), de Tomás Celano (1247).
* Leyenda mayor de San Francisco (Legenda Maior), de San Buenaventura (1263).
* Leyenda de los tres compañeros (Legenda Trium Sociorum) (1270–1300).

La figura de Francisco de Asís en las artes
La figura del poverello ha sido objeto de las artes, a manera de ejemplo:

En artes plásticas:

* Frescos en la Basílica de San Francisco en Asís.
* Francisco de Zurbarán dedicó parte de su obra.
* Ilustraciones de Joan Miró al Cántico del hermano sol.

En ópera:

* Saint Francois d'Assise de Olivier Messiaen

En Cine:

* Il Poverello d'Assisi (1911), de Enrico Guazzoni.
* Fratefrancesco (1927), de G. Cesare Antamoro.
* "San Francisco de Asís"(1944) de Alberto Gout (México)
* Francisco, juglar de Dios (1959), de Roberto Rossellini.
* "El niño y el lobo"(1965) de José A.Nieves
* "Francisco de Asís"(1966) de Liliana Cavani
* Hermano Sol, Hermana Luna (1972), de Franco Zeffirelli.
* Francesco (1989), de Liliana Cavani.

En Literatura y poesía:

* San Francisco de Asís, G. K. Chesterton.
* San Francisco de Asís, Emilia Pardo Bazán.
* El pobre de Asís, Nikos Kazantzakis.
* La segunda vida de Francisco de Asís, José Saramago.
* Lirio Franciscano, Ramón María del Valle Inclán.
* A San Francisco de Asís, Torquato Tasso.
* Los motivos del lobo, Rubén Darío.
* Relato del beso al leproso, Juana de Ibarbourou.
* Laudas, Jacopone da Todi.
* La Divina Comedia (El Paraíso, Canto XII), Dante Alighieri.

Florecillas
Los Fioretti —de autor anónimo— son una recopilación de hechos de Francisco, de algunos de los frailes que lo acompañaban y de San Antonio de Padua. Escritas en la segunda mitad del siglo XIV no constituyen una biografía sino una exaltación de las virtudes del poverello y de su vida simple para edificación del lector.

Por ejemplo, en la historia de Cómo Francisco libró de un lobo feroz a la ciudad de Gubio, el poverello fue a buscar a la fiera que atacaba a los habitantes de la localidad. Logró hacer un pacto con él al «convencerlo» de no seguir sus fechorías a cambio que los pobladores le darían el sustento que necesitaba. La bestia puso una pata delantera sobre la mano de Francisco en señal de asentimiento. Logró convivir con la gente y murió dos años después de viejo.

Otros: Cómo San Francisco fue a convertir al sultán de Babilonia, Cómo un joven regaló unas tórtolas a San Francisco…, Cómo San Francisco sanó a un leproso de alma y cuerpo, etc.

Tradicionalmente contiene 53 capítulos; a través del tiempo se agregaron otros relatos que tienen como protagonistas a los frailes Junípero y Gil. De éste último hay unos denominados «Doctrina y dichos». Otros narran la estigmatización del santo católico.

Repercusiones en la actualidad
* Francisco ha quedado como aquél que, en su espíritu de pobreza y desprendimiento, probablemente más se pareció a Jesús en la historia de la cristiandad. El "Pobre de Asís" sigue conmoviendo por su capacidad infinita de reconciliación con todo y con todos, respetado no sólo por creyentes de todas las religiones, sino también por no creyentes. Es, quizás, el santo más ecuménico, razón por la cual se realizaron encuentros interreligiosos mundiales en Asís, la "ciudad de Francisco".
* Por su devoción a los animales como criaturas de Dios, ha sido abrazado por la cultura del escultismo particularmente por la relación hacia los lobos. Es el patrono de los veterinarios y de los forestales (Ingenieros de Montes, Ingenieros Técnicos Forestales, Agentes y Guardas Forestales, y otros cuerpos similares) y, por extensión, de los movimientos ecologistas que empeñan sus esfuerzos en el cuidado de la naturaleza y del ambiente.
* El mundo cristiano está lleno de iglesias y de altares dedicados a él y por él su nombre, antes bastante raro, se hizo habitual en toda Europa. Pío XII lo proclamó, con Catalina de Siena, patrono de Italia el 18 de junio de 1939. Tiene numerosos epónimos de ciudades o localidades (la ciudad de San Francisco en los Estados Unidos, por ejemplo).
* Aunque algunos sostienen que la creación del pesebre es anterior a Francisco, fue sin dudas él quien popularizó el Nacimiento o escena del nacimiento de Jesús. Al entrar a rezar en la ermita de Greccio en la Navidad de 1223, Francisco sintió el deseo de representar en vivo el nacimiento del Niño Jesús, y ese hecho fue decisivo en la universalización de esa tradición. En 1986, a petición de las asociaciones belenistas de todo el mundo, el Papa Juan Pablo II proclamó patrono universal del "Belenismo" a San Francisco de Asís.
* Francisco no fue el creador de la Oración de la paz de san Francisco («Señor, hazme un instrumento de tu paz...»), poema francés publicado en 1912 y atribuido al fraile italiano desde 1916 hasta fines del siglo XX.
* En virtud de la devota peregrinación de San Francisco a Oriente, y de su voluntad de reconciliar a todos los hombres, los franciscanos son custodios de los Santos Lugares. La presencia franciscana en Tierra Santa, que con diversas vicisitudes se ha mantenido siempre, adquirió estabilidad y carácter oficial de parte de la Iglesia en 1342, año en que el papa Clemente VI promulgó dos Bulas: la «Gratias agimus» y la «Nuper carissimae», en las que encomendó a la Orden Franciscana la "custodia de los Santos Lugares". Cuando, en 1992, se cumplieron los 650 años de tales Bulas, Juan Pablo II envió al Ministro General de la Orden un mensaje de felicitación a la vez que de exhortación a perseverar en el encargo recibido de la Iglesia.

Gibson Ortega
CRF

Santo Domingo de la Calzada

Domingo García, conocido como Santo Domingo de la Calzada (Viloria de Rioja, provincia de Burgos, 1019 - † Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 12 de mayo de 1109). Fue un religioso de España y uno de los mayores impulsores del Camino de Santiago.

Es patrón de los Ingenieros Civiles (Ingenieros Técnicos de Obras Públicas e Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos).

Biografía
Hijo de un labrador llamado Ximeno García y de su esposa Orodulce, tras el fallecimiento de sus padres, intentó ser admitido en los monasterios benedictinos de Valvanera y San Millán de la Cogolla, pero no lo consiguió. Tras este traspiés se retiró como eremita a un lugar apartado en los bosques de encinas de Ayuela, lugar cercano al actual Santo Domingo de la Calzada, llevando una vida contemplativa hasta 1039. Sobre ese año comenzó a colaborar con Gregorio, obispo de Ostia, llegado a Calahorra como enviado papal para combatir una plaga de langosta que asolaba los territorios navarros y riojanos. Este le otorgó la ordenación sacerdotal. Juntos construyeron un puente de madera sobre el río Oja para facilitar el tránsito de los peregrinos hacia Compostela. Hasta la muerte de Gregorio en 1044.

Tras morir Gregorio, volvió a la zona de Ayuela y emprendió una profunda labor de colonización. Taló bosques, roturó tierras y comenzó la construcción de una calzada de piedra que supuso una desviación del camino tradicional por la calzada romana entre Logroño y Burgos, pero que se convirtió, a partir de entonces, en la ruta principal entre Nájera y Redecilla del Camino. Por esta labor es conocido como Domingo de la calzada.

Para mejorar las condiciones de los peregrinos que empezaron a transitar la nueva calzada, sustituyó el puente de madera que había construido con Gregorio por uno más robusto de piedra, y construyó un complejo integrado por hospital, pozo e iglesia, para atender a las necesidades de los viajeros, donde en la actualidad se encuentra la Casa del Santo, utilizada como albergue de peregrinos.

Al apoderarse en 1076 de La Rioja, Alfonso VI de León, viendo que el desarrollo del Camino contribuía a su proyecto de la incorporación de la zona a su reino, se hizo partidario del santo, de sus obras, y de su villa, visitando a Domingo en 1090 y responsabilizándolo de las obras viarias que se realizaban a lo largo del Camino de Santiago. En esos momentos, y con la ayuda de su discípulo Juan de Ortega, había iniciado ya la construcción de un templo dedicado al Salvador y Santa María. Este fue consagrado por el obispo de Calahorra en 1106. En el exterior del templo y adosado a sus muros, el santo escogió un lugar para su propia sepultura.

El burgo, llamado Masburguete o Margubete que se dice hoy día, de Santo Domingo de la Calzada empezó como unas pocas casas construidas en torno a la ermita del santo durante su vida. Al morir Domingo en 1109 ya contaba la villa con una creciente población. La iglesia de Santo Domingo de la Calzada, en la que fue enterrado, fue elevada al rango de catedral poco después, al trasladarse a esta la diócesis de Calahorra en 1232 hasta 1235.

Nueve tablas pintadas, adornan hoy una pared de la catedral y recuerdan los milagros de Santo Domingo.

Milagros del Santo
Las buenas obras de Santo Domingo a favor de los peregrinos de Santiago no parecen haber cesado con su muerte. Varias milagrosas curaciones de peregrinos, ocurridas en la villa, se atribuyen a la influencia de Domingo.

* Curación del caballero francés poseído por el demonio que fue librado del espíritu maligno ante el sepulcro del santo.
* Curación de un peregrino alemán del siglo XV llamado Bernardo, que se curó de una infección purulenta de los ojos al visitar la tumba de Santo Domingo.
* Curación de un normando que recobró la vista al visitar la catedral.

El milagro del gallo y la gallina
Sucedió en Santo Domingo de la Calzada, en La Rioja.

En el siglo XIV peregrina a Compostela un joven alemán de 18 años llamado Hugonell, que va acompañado por sus padres. En el mesón donde se hospedan trabaja una muchacha joven que se enamora de él y le requiere de amores, a lo que el muchacho se niega. Despechada y con ansias de venganza guarda en el zurrón del joven una copa de plata y luego le acusa de robo.

El joven Hugonell y sus padres se disponen a partir para seguir el peregrinaje, cuando llega la justicia y comprueban la acusación registrando el zurrón del muchacho. Es encontrado culpable y condenado a la horca. Los padres no pueden hacer nada por él más que rezar a Santiago. Al acercarse al cuerpo ahorcado de su hijo para despedirse oyen cómo éste les habla desde la horca y les dice que está vivo por la gracia del Santo.

Felices y contentos van a comunicar la noticia al corregidor que justo en ese momento está cenando opíparamente unas aves. El corregidor naturalmente se burla de lo que oye y lanza la frase conocida: "Vuestro hijo está tan vivo como este gallo y esta gallina que me disponía a comer antes de que me importunarais". Y en ese momento, las aves saltan del plato y se ponen a cantar y cacarear alegremente.

Gibson Ortega
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Domingo de Guzmán

Santo Domingo de Guzmán Garcés O.P. (Caleruega, provincia de Burgos, Reino de Castilla; 1170 – Bolonia, Sacro Imperio Romano Germánico, 6 de agosto de 1221) fue un religioso español y santo católico, fundador de la Orden de Predicadores, más conocidos como dominicos.

Biografía
Sus padres fueron Félix Núñez de Guzmán y Juana Garcés (llamada comúnmente Juana de Aza, beatificada en 1828) y tuvo dos hermanos, Antonio y Manés (este último, uno de los primeros beatos dominicos).

De los siete a los catorce años (1176-1184), bajo la preceptoría de su tío el arcipreste de Gumiel de Izán, Gonzalo de Aza, recibió esmerada formación moral y cultural. En este tiempo, transcurrido en su mayor parte en Gumiel de Izán, despertó su vocación hacia el estado eclesiástico.

De los catorce a los veintiocho (1184-1198) vivió en Palencia; seis cursos estudiando artes (humanidades superiores y filosofía); cuatro, teología; y otros cuatro como profesor del Estudio General de Palencia.

Al terminar la carrera de artes en 1190, recibida la tonsura, se hizo canónigo regular en la catedral de Osma. Fue en el año 1191, ya en Palencia, cuando vende sus libros para aliviar a los pobres del hambre que asolaba Castilla. Al concluir la teología en 1194, se ordenó sacerdote y fue nombrado regente de la Cátedra de Sagrada Escritura en el Estudio de Palencia.

Al finalizar sus cuatro cursos de Docencia y Magisterio Universitario, con veintiocho años de edad, se recogió en su cabildo, luego el obispo le encomienda la presidencia de la comunidad de canónigos y del gobierno de la diócesis en calidad de Vicario General de la misma.

En 1205, por encargo del rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al obispo de Osma, monseñor Diego de Acebes, como 'Embajador Extraordinario' para concertar en la corte danesa las bodas del príncipe Fernando. Con este motivo, realizó viajes a Dinamarca y a Roma, decidiéndose durante ellos su destino y clarificándose definitivamente su ya antigua vocación misionera. Convencido de que los herejes cátaros debían ser convertidos al catolicismo, comenzó a formar el movimiento de predicadores. De acuerdo con el papa Inocencio III, en 1206, al terminar las embajadas, se estableció en el Languedoc como predicador entre los cátaros, y en 1206 establece una primera casa femenina en Prouille. Rehusó a los obispados de Conserans, Béziers y Comminges, para los que había sido elegido canónicamente.

Para reproducir los dogmas católicos entre los pueblos de otras creencias, en 1215 establece en Tolosa la primera casa masculina de su Orden de Predicadores, cedida a Domingo por Pedro Sella, quien con Tomás de Tolosa se asocia a su obra. En septiembre del mismo año, llega de nuevo a Roma en segundo viaje, acompañando del obispo de Tolosa, monseñor Fulco, para asistir al cuarto Concilio de Letrán y solicitar del Papa la aprobación de su orden, como organización religiosa de canónigos regulares. De regreso de Roma elige con sus compañeros la regla de San Agustín para su orden y, en septiembre de 1216, vuelve en tercer viaje a Roma llevando consigo la regla de San Agustín y un primer proyecto de constituciones para su orden. El 22 de diciembre de 1216 recibe del papa Honorio III la bula "Religiosam Vitam" por la que confirma la Orden de Predicadores.

Al año siguiente retorna a Francia y en el mes de agosto dispersa a sus frailes, enviando cuatro a España y tres a París, decidiendo marchar él a Roma. Se dice que allí se manifiesta su poder taumatúrgico con numerosos milagros y se acrecienta de modo extraordinario el número de sus frailes. Meses después enviará los primeros frailes a Bolonia. A finales de 1218 regresa a Castilla a recorrer Segovia, Madrid y Guadalajara.

Por mandato del papa Honorio III, en un quinto viaje a Roma, reúne en el convento de San Sixto a las monjas dispersas por los distintos monasterios de Roma, para obtener para los frailes el convento y la Iglesia de Santa Sabina.

En la fiesta de Pentecostés de 1220 asiste al primer Capítulo General de la orden, celebrado en Bolonia. En él se redactan la segunda parte de las constituciones. Un año después, en el siguiente capítulo celebrado también en Bolonia, acordará la creación de ocho provincias. Con su orden claramente estructurada y más de sesenta comunidades en funcionamiento, agotado físicamente, fallece el 6 de agosto de (1221) tras una breve enfermedad, a los cincuenta y un años de edad, en el convento de Bolonia, donde sus restos permanecen sepultados. En 1234 el papa Gregorio IX, lo canonizó. La Iglesia Católica celebra su fiesta el 8 de agosto.

La ciudad capital de la República Dominicana (Santo Domingo de Guzmán) lleva su nombre en honor a él.

Domingo de Guzmán contaba que veía a la Virgen sosteniendo en su mano un rosario y que le enseñó a recitarlo; dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias. El santo se levantó muy consolado y abrazado de celo por el bien de estos pueblos, entró en la Catedral y en ese momento sonaron las campanas para reunir a los habitantes.

Representación iconográfica
Santo Domingo de Guzmán tiene asociado varios elementos relacionados con su vida. Por ello se le representan con diferentes símbolos:

* Perro con antorcha:

La Leyenda (primera biografía de Santo Domingo) narra una visión que su madre, la Beata Juana de Aza, tuvo antes de que Santo Domingo naciera. Soñó que un perrito salía de su vientre con una antorcha encendida en su boca. Incapaz de comprender el significado de su sueño, decidió buscar la intercesión de Santo Domingo de Silos, fundador de un famoso monasterio Benedictino de las cercanías. Hizo una peregrinación al monasterio para pedir al Santo que le explicara el sueño. Allí comprendió que su hijo iba a encender el fuego de Jesucristo en el mundo por medio de la predicación. En agradecimiento, puso a su hijo por nombre Domingo, como el santo de Silos. Es un nombre muy apropiado, por cuanto Domingo viene del Latín Dominicus, que significa "del Señor". De Dominicus (Domingo) viene Dominicanus (Dominico, que es el nombre de la Orden de Santo Domingo). No obstante, utilizando un juego de palabras, se dice que Dominicanus es un compuesto de Dominus (Señor) y canis (perro), significando "el perro del Señor" o el vigilante de la viña del Señor)

En su carta Domingo del 4 de febrero de 1221 a todos los obispos de la Iglesia recomendando la Orden de Santo, el Papa Honorio III dijo que Domingo y sus seguidores habían sido "nombrados para la evangelización del mundo entero". Y en otra carta, esta vez dirigida a Domingo (18 de enero de 1221), el Papa les llamaba pugiles fidei (caballeros de la fe, defendiéndola contra todo el que se oponga a ella). Esto es lo que Domingo hizo durante toda su vida, defender la fe con el ejemplo de su vida y con su predicación incesante contra los herejes del Languedoc en el sur de Francia, y con su deseo de ser misionero entre los no-cristianos.

* Lila blanca:

Usualmente se le representa con unas lilas en su mano. El amor por la pureza de Domingo fue tan perfecto que en su lecho de muerte, al hacer una confesión pública en frente de sus hermanos, pudo decir: "Gracias a Dios, cuya misericordia me ha conservado en perfecta virginidad hasta este día; si deseáis guardar la castidad, evitad todas las conversaciones peligrosas y vigilad vuestros corazones". Y entonces, sintiendo remordimiento, dijo a Fray Ventura, Prior de Bolonia: "Padre, temo que he pecado hablando de esta gracia delante de los hermanos". La pureza de su alma y el deseo de que sus hijos le imitasen le llevaron a hacer esa revelación.

* Estrella:

Se nos dice en la misma Leyenda que durante el bautismo de Domingo apareció una estrella sobre su frente. Por medio de su vida y predicación, Domingo fue como un faro guiando almas hacia Cristo. Desde sus años de estudiante en Palencia, España, donde vendió sus valiosos libros para conseguir dinero para ayudar a los pobres que estaban sufriendo por una gran sequía, y donde llegó a ofrecerse él mismo a ser vendido como esclavo para redimir a cristianos cautivos por los Moros, a aquella noche, en un viaje a Dinamarca, que pasó en conversación con el hospedero hereje, atrayéndole por fin otra vez a la fe verdadera, a su etapa en el Languedoc, donde pasó los mejores años de su vida, hasta su enseñanza y predicación, hasta la fundación de su Orden, Santo Domingo fue siempre una estrella brillante que atrajo almas perdidas a Cristo.

* La Cruz, el Estandarte, el Santo Rosario:

-La Cruz de dos brazos (llamada "patriarcal") es un símbolo de los fundadores de grandes familias religiosas ("patriarcas") o de importantes comunidades cristianas que han dado origen a otras muchas. Se usa para Santo Domingo porque él fue el primero en sacar al monje del monasterio a la ciudad, convirtiéndole en apóstol: un religioso sin dejar de ser un monje. Otras órdenes fueron fundadas inmediatamente después de los Dominicos o casi simultáneamente, como los Franciscanos, y todos siguieron la misma pauta. Fue mucho después, en el siglo XVI, cuando aparecieron las Congregaciones dedicadas al trabajo apostólico, pero sin observancias monásticas.

-El Estandarte con el emblema Dominicano es el "escudo de armas" de Santo Domingo. Blanco y negro: pureza y penitencia, muerte y resurrección, combinando el ideal Dominicano de mortificación y alegría, renuncia al mundo y posesión de Cristo. Su lema es "Laudare, Benedicere, Pradicare" que significa "Alabar, Bendecir, Predicar".

-En cuanto al Rosario, la explicación es obvia. Santo Domingo fue el fundador del Rosario, un regalo de María para ayudarle en su trabajo para la conversión del mundo.

* El libro y la Iglesia:

En algunas representaciones, Santo Domingo sostiene un libro en su mano izquierda. El libro representa la Biblia, que era la fuente de la predicación y espiritualidad de Domingo. Era conocido como el Maestro Domingo por el grado académico que obtuvo en la universidad de Palencia, España. Sus contemporáneos nos dicen que en sus viajes por Europa siempre llevaba consigo el Evangelio de San Mateo y las Cartas de San Pablo. Esto hace referencia a la visión que tuvo en una de sus noches de vigilia. Mientras Domingo oraba, los Santos Pedro y Pablo se le aparecieron. San Pedro llevaba consigo el Evangelio, y Pablo sus Cartas, con este mensaje: "Ve y predica, porque has sido llamado para este ministerio". Esta visión le reafirmó en su vocación de continuar siendo un "Predicador Itinerante", no solo en el sur de Francia sino también en todo el mundo por medio de su Orden, la "Orden de Predicadores".

A veces, sobre el libro hay una iglesia. Esta iglesia representa la Basílica Laterana, la "Madre Iglesia" universal.

Santo Domingo tuvo que enfrentarse con muchos obstáculos legales para que el Papa aprobara su nueva Orden. De acuerdo con la leyenda, el Papa Inocencio III, Santo Domingo y San Francisco tuvieron un sueño. Cada uno de ellos vio que la Basílica Laterana estaba comenzando a derrumbarse, y a dos frailes, uno en hábito blanco y el otro en un hábito marrón, colocándose ellos mismos como columnas para evitar el colapso total. Domingo se reconoció a sí mismo como el fraile del hábito blanco, pero no sabía quién era el otro fraile. De igual modo, Francisco de Asís se reconoció a sí mismo como el fraile del hábito marrón, pero desconocía quién era el del hábito blanco. Para Inocencio III el sueño era un rompecabezas y un misterio. El día siguiente, cuando Domingo iba a ver al Papa sobre la aprobación de su Orden, se encontró a un fraile joven vestido con un hábito marrón. Mirándose mutuamente, cada uno reconoció al otro como el compañero que ayudaba a soportar la Basílica Laterana, y se abrazaron en medio de la calle. Después fueron juntos a ver al Papa, y éste comprendió inmediatamente el significado de su sueño: "Las Órdenes de estos dos gran hombres serán como columnas que salvarán a la Iglesia de su destrucción".

* Las tres mitras:

También se representa a Santo Domingo con tres mitras, pues alude al ofrecimiento que le hicieron de tres episcopados, pero los rechazó porque quería dedicarse a los pobres.

Reliquias
Si bien el cuerpo de Santo Domingo de Guzmán permanece en su Basílica de Bolonia, existen numerosas reliquias de él a lo largo y ancho del mundo. En enero de 2007 la Vicaría de Roma concedió una de primera clase y que puede encuadrarse dentro de la tipología de las ex osibus a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Alhaurín el Grande (Málaga) en atención a los profundos lazos históricos y devocionales que unen a la Orden Dominicana con esta corporación nazarena. Esta reliquia es procesionada cada Viernes Santo junto a otra de San Roque en un relicario doble situado en el frontal del trono de María Santísima del Mayor Dolor, Sagrada Titular de esta Hermandad.

Gibson Ortega
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Santa Teresa de Jesús

Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida por el nombre de Santa Teresa de Jesús o simplemente Santa Teresa de Ávila (Ávila, 28 de marzo de 1515 – Alba de Tormes, 4 de octubre de 1582), fue una religiosa, doctora de la Iglesia Católica, mística y escritora española, fundadora de las carmelitas descalzas, rama de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (o carmelitas).

Familia
Se llamaba Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, aunque generalmente usó el nombre de Teresa de Ahumada hasta que comenzó la reforma de la que se hablará más abajo, cambiando entonces su nombre por Teresa de Jesús.

El padre de Teresa era Alonso Sánchez de Cepeda, descendiente de familia judía conversa. Alonso tuvo dos mujeres. Con la primera, Catalina del Peso y Henao, tuvo dos hijos: María y Juan de Cepeda. Con su segunda esposa, Beatriz Dávila y Ahumada (emparentada con muchas familias ilustres de Castilla), que murió cuando Teresa contaba unos 12 años, tuvo otros diez: Hernando, Rodrigo, Teresa, Juan (de Ahumada), Lorenzo, Antonio, Pedro, Jerónimo, Agustín y Juana.

Según una tradición, su hermano Pedro Alonso Sánchez de Cepeda y Ahumada en 1562 llegó a lo que hoy día es Nicaragua, al puerto de El Realejo y de allí a El Viejo (actual departamento de Chinandega) con la imagen de la Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción, para luego viajar a Perú. Los nativos se opusieron a que se llevara la imagen y ésta permanece hasta hoy en la Basílica Menor de El Viejo.

Infancia
Según relata en los escritos destinados a su confesor, reunidos en el libro Vida de Santa Teresa de Jesús, desde sus primeros años mostró Teresa una imaginación vehemente y apasionada. Su padre, aficionado a la lectura, tenía algunos romanceros; esta lectura y las prácticas piadosas comenzaron a despertar el corazón y la inteligencia de la pequeña Teresa con seis o siete años de edad.

En dicho tiempo pensó ya en sufrir el martirio, para lo cual, ella y uno de sus hermanos, Rodrigo, un año mayor, trataron de ir a las «tierras de infieles», es decir, tierras ocupadas por musulmanes, pidiendo limosna, para que allí los descabezasen. Su tío los trajo de vuelta a casa. Convencidos de que su proyecto era irrealizable, los dos hermanos acordaron ser ermitaños. Teresa escribe:
En una huerta que había en casa, procurábamos como podíamos, hacer ermitas, poniendo unas pedrecitas, que luego se nos caían, y ansí no hallábamos remedio en nada para nuestro deseo... Hacía (yo) limosna como podía, y podía poco. Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario... Gustaba (yo) mucho cuando jugaba con otras niñas, hacer monasterios como que éramos monjas.

Parece que perdió a su madre hacia 1527, o sea a los 12 años de edad. Ya en aquel tiempo su vocación religiosa había sido continuamente demostrada. Aficionada a la lectura de libros de caballerías,
Comencé a traer galas, y a desear contentar en parecer bien, un mucho cuidado de manos y cabello y olores, y todas las vanidades que en esto podía tener, que eran hartas, por ser muy curiosa... Tenía primos hermanos algunos... eran casi de mi edad, poco mayores que yo; andábamos siempre juntos, teníanme gran amor y en todas las cosas que les daba contento, los sustentaba plática y oía sucesos de sus aficiones y niñerías, no nada buenas... Tomé todo el daño de una parienta (se cree que una prima), que trataba mucho en casa... Con ella era mi conversación y pláticas, porque me ayudaba a todas las cosas de pasatiempo, que yo quería, y aun me ponía en ellas, y daba parte de sus conversaciones y vanidades. Hasta que traté con ella, que fue de edad de catorce años... no me parece había dejado a Dios por culpa mortal.

Mudanza física y espiritual
Acometida de grave enfermedad, tuvo que volver a casa de su padre, y ya curada, la llevaron al lado de su hermana María de Cepeda, que con su marido, don Martín de Guzmán y Barrientos, vivía en Castellanos de la Cañada, alquería de la dehesa que lleva dicho nombre, hoy sita en el termino municipal de Zapardiel de la Cañada (Ávila). Luchando consigo misma, llegó a decir a su padre que deseaba ser monja, pues creía ella, dado su carácter, que el haberlo dicho bastaría para no volverse atrás. Su padre contestó que no lo consentiría mientras él viviera. Sin embargo, Teresa dejó la casa paterna, entró (2 de noviembre de 1533) en el convento de la Encarnación, en Ávila, y allí profesó el 3 de noviembre de 1534.

Tras entrar al convento su estado de salud empeoró. Padeció desmayos, una cardiopatía no definida y otras molestias. Así pasó el primer año. Para curarla, la llevó su padre (1535) a Castellanos de la Cañada, con su hermana. En dicha aldea permaneció Teresa hasta la primavera de 1536. En Castellanos de la Cañada habría logrado (1535) la conversión de un clérigo concubinario. Entonces pasó a Becedas (Ávila). De vuelta en Ávila (Domingo de Ramos de 1537), sufrió (julio) un parasismo de cuatro días en casa de su padre. Quedó paralítica por más de dos años. Antes y después del parasismo, sus padecimientos físicos fueron horribles.

Favores espirituales
A mediados de 1539 Teresa quedó sanada por San José. Con la salud volvieron las aficiones mundanas, fáciles de satisfacer, puesto que la clausura a todas las religiosas no se impuso como obligatoria hasta 1563. Vivía Teresa de nuevo en el convento, donde recibía frecuentes visitas.

Languideció entonces su espíritu, y dejó la oración (1541). Afirma que luego se le apareció Jesucristo (1542) en el locutorio con semblante airado, reprendiéndole su trato familiar con seglares. No obstante, permaneció Teresa en él durante muchos años, hasta que se movió a dejar el trato de seglares (1555) a la vista de una imagen de Jesús crucificado.

Ya había perdido a su padre (1541), cuyas últimas palabras le hicieron profunda impresión. El sacerdote que le había asistido en sus últimos momentos (el Dominico Vicente Barón), se encargó de dirigir la conciencia de Teresa, la cual, hasta la fecha citada, conociendo sus faltas, no quería corregirlas. Al cabo Teresa se confortó con la lectura de las Confesiones, de San Agustín. Los Jesuitas Juan de Prádanos y Baltasar Álvarez fundaron en Ávila un colegio de la Compañía (1555).

Teresa confesó con Prádanos; al año siguiente (1556) comenzó a sentir grandes favores espirituales, y poco después se vio animada (1557) por San Francisco de Borja. Tuvo en 1558 su primer rapto y la visión del infierno; tomó por confesor (1559) a Baltasar Álvarez, que dirigió su conciencia durante unos seis años, y disfrutó, dice, de grandes favores celestiales, entre los que se contó la visión de Jesús resucitado. Hizo voto (1560) de aspirar siempre a lo más perfecto; San Pedro de Alcántara aprobó su espíritu, y San Luis Beltrán la animó a llevar adelante su proyecto de reformar la Orden del Carmen, concebido hacia dicho año.

Quería Teresa fundar en Ávila un monasterio para la estricta observancia de la regla de su orden, que comprendía la obligación de la pobreza, de la soledad y del silencio. Por mandato de su confesor, el dominico Pedro Ibáñez, escribió su vida (1561), trabajo que terminó hacia junio de 1562; añadió, por orden de fray García de Toledo, la fundación de San José; y por consejo de Soto volvió a escribir su vida en 1566.

Aquí es oportuno copiar al biógrafo francés Pierre Boudot:
En todas las páginas (del libro de su vida) se ven las huellas de una pasión viva, de una franqueza conmovedora, y de un iluminismo consagrado por la fe de fieles. Todas sus revelaciones atestiguan que creía firmemente en una unión espiritual entre ella y Jesucristo; veía a Dios, la Virgen, los santos y los ángeles en todo su esplendor, y de lo alto recibía inspiraciones que aprovechaba para la disciplina de su vida interior. En su juventud las aspiraciones que tuvo fueron raras y parecen confusas; sólo en plena edad madura se hicieron más distintas, más numerosas y también más extraordinarias. Pasaba de los cuarenta y tres años cuando por vez primera vivió un éxtasis. Sus visiones intelectuales se sucedieron sin interrupción durante dos años y medio (1559–1561). Sea por desconfianza, sea para probarla, sus superiores le prohibieron que se abandonase a estos fervores de devoción mística, que eran para ella una segunda vida, y la ordenaron que resistiera a estos arrobamientos, en que su salud se consumía. Obedeció ella, mas a pesar de sus esfuerzos, su oración era tan continua que ni aun el sueño podía interrumpir su curso. Al mismo tiempo, abrasada de un violento deseo de ver a Dios, se sentía morir. En este estado singular tuvo en varias ocasiones la visión que dio origen al establecimiento de una fiesta particular en la Orden del Carmelo.

Alude el biógrafo francés al suceso (1559) que refiere la santa en estas líneas:
Vi a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal... No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan... Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento... Los días que duraba esto andaba como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino abrasarme con mi pena, que para mí era mayor gloria, que cuantas hayan tomado lo criado.
Vida de Santa Teresa, cap. XXIX

Para perpetuar la memoria de dicha misteriosa herida, el Papa Benedicto XIII, a petición de los Carmelitas de España e Italia, estableció (1726) la fiesta de la transverberación del corazón de Santa Teresa. El biógrafo francés agrega:
Hasta exhalar el último suspiro Teresa gozó la dicha de conversar con las personas divinas, que la consolaban o revelaban ciertos secretos del cielo; la de ser transportada al infierno o al purgatorio, y aun la de presentir lo venidero.

Inicio de las fundaciones a lo largo de España
A fines de 1561 recibió Teresa cierta cantidad de dinero que le remitió desde el Perú uno de sus hermanos, y con ella se ayudó para continuar la proyectada fundación del Convento de San José. Para la misma obra contó con el concurso de su hermana Juana, a cuyo hijo Gonzalo se dice que resucitó la Santa. Esta, a principios de 1562, marchó a Toledo a casa de doña Luisa de la Cerda, en donde estuvo hasta junio. En el mismo año conoció al padre Báñez, que fue luego su principal director, y a fray García de Toledo, ambos dominicos.

Descontenta con la «relajación» de las normas que en 1432 habían sido mitigadas por Eugenio IV, Teresa decidió reformar la orden para volver a la austeridad, la pobreza y la clausura que consideraba el auténtico espíritu carmelitano. Pidió consejo a Francisco de Borja y a Pedro de Alcántara que aprobaron su espíritu y su doctrina.

Después de dos años de luchas llegó a sus manos la bula de Pío IV para la erección del convento de San José, en Ávila, ciudad a la que había regresado Teresa. Se abrió el monasterio de San José (24 de agosto de 1562); tomaron el hábito cuatro novicias en la nueva Orden de las Carmelitas Descalzas de San José; hubo alborotos en Ávila; se obligó a la Santa a regresar al convento de la Encarnación, y, calmados los ánimos, vivió Teresa cuatro años en el convento de San José con gran austeridad. Las religiosas adictas a la reforma de Teresa, dormían sobre un jergón de paja; llevaban sandalias de cuero o madera; consagraban ocho meses del año a los rigores del ayuno y se abstenían por completo de comer carne. Teresa no quiso para ella ninguna distinción, antes bien siguió confundida con las demás religiosas no pocos años.

La reforma propugnada por Teresa junto a San Juan de la Cruz, que, como se verá, comprendió también a los hombres, se llamó de los Carmelitas Descalzos, y progresó rápidamente, no obstante los escasos recursos de que disponía la santa. El padre Rossi, general del Carmen, visitó (1567) el convento de San José, lo aprobó, y dio permiso a Teresa para fundar otros de mujeres y dos de hombres. La santa, en aquel año, marchó a Medina del Campo para posesionarse de otro convento; estuvo en Madrid, y en Alcalá de Henares arregló el convento de descalzas fundado por su amiga María de Jesús. Por entonces se empezó a tratar de la reforma para hombres. En 1562 llegó a Malagón y fundó otro monasterio de la reforma. El monasterio fue bendecido en su inauguración el día de Ramos (11 de abril) de 1568. Como anécdota y dato curioso cabe decir que en la celda del monasterio que ocupó Santa Teresa hay una imagen suya sentada escribiendo en una pequeña mesa y que sólo se expone una vez cada 100 años en esa iglesia. Actualmente, en el monasterio viven carmelitas de clausura.

De Malagón se trasladó Teresa a Toledo, a donde llegó enferma (1568), y tras una corta residencia en Escalona, regresó a la ciudad de Ávila. De ella salió para Valladolid; allí dejó establecido otro convento, y por Medina y Duruelo de Blascomillán (Ávila), volvió al de Ávila (1569). Pasó a Toledo y Madrid; de aquí otra vez a Toledo, ciudad en la que experimentó muchas dificultades para la fundación de un convento, la cual quedó hecha a 13 de mayo, y vencidos otros obstáculos, tomó posesión del Convento de la Concepción Francisca de Pastrana (9 de julio). De vuelta en Toledo, allí permaneció un año, durante el cual hizo algunas breves excursiones a Medina, Valladolid y Pastrana. En Duruelo de Blascomillan (Ávila) se había fundado el primer convento de hombres (1568). Se afirma que vio Teresa milagrosamente el martirio del Padre Acevedo y otros 40 Jesuitas asesinados (1570) por el pirata protestante Jacobo Soria. Tras una visita a Pastrana, de donde regresó a Toledo, entró en Ávila (agosto).

Poco después se fundaba en Alcalá el tercer convento de descalzos, y en Salamanca, ciudad en que estuvo la santa, el séptimo de descalzas, al que siguió otro de mujeres en Alba de Tormes (25 de enero de 1571). De Alba volvió Teresa a Salamanca, siendo hospedada en el palacio de los condes de Monterrey; pasó a Medina, y de vuelta en Ávila, aceptó el priorato del convento de la Encarnación, cuya reforma consiguió. El priorato duró tres años. Se fundaron varios conventos más de descalzos; algunos en Andalucía abrazaron la reforma, y comenzó la discordia entre calzados y descalzos, todo ello en 1572, año en que Teresa recibió muchos favores espirituales en el convento de la Encarnación: tales fueron su desposorio místico con Jesucristo y un éxtasis en el locutorio cuando conversaba con San Juan de la Cruz. Teresa, que en el transcurso de su vida escribió muchas cartas, estuvo en Salamanca en 1573. Allí, obedeciendo a su director, el jesuita Ripalda, redactó el libro de sus fundaciones.

Resultados de la reforma carmelitana y tribulaciones de Teresa
Vivió después en Alba (1574), de la que, a pesar de hallarse enferma y muy atribulada, pasó por Medina del Campo y Ávila a Segovia. En esta ciudad fundó otro convento, al que pasaron las religiosas del monasterio de Pastrana que fue abandonado debido al intento de doña Ana de Mendoza de la Cerda, la princesa de Éboli, de convertirse en religiosa bajo el nombre de sor Ana de la Madre de Dios, siguiendo un estilo de vida desapegado a la norma de la orden.

En dicho año se denunció a la Inquisición por vez primera la autobiografía de Teresa, que, de regreso en Ávila, terminado (6 de octubre) su priorato en la Encarnación, volvió a su convento de San José. A fines de año marchó a Valladolid. En principios de enero de 1575 por Medina del Campo, llegó a Ávila, y deteniéndose en Fontiveros, fue a Beas de Segura (Jaén) por Toledo, Malagón y Torre de Juan Abad, donde tomo ceniza el día 16 de febrero, en el trayecto se perdió en Sierra Morena, llegando esa misma tarde para la fundación del décimo Convento de Carmelitas Descalzas (Beas de Segura), (24 de febrero), después se trasladó Teresa a Sevilla el 18 de mayo, estando enferma, y pasó grandes incomodidades en el viaje. Sufrió también grandes contradicciones en Sevilla, aunque logró fundar en ella el undécimo convento de descalzas.

Estalló la discordia entre carmelitas calzados y descalzos en el capítulo general celebrado por aquellos días en Plasencia; en virtud de las bulas pontificias se acordó tratar con rigor a los descalzos, que se habían extralimitado en sus fundaciones, y como fuera el padre Gracián (21 de noviembre), por comisión del nuncio, a visitar a los carmelitas calzados de Sevilla, estos resistieron la visita con gran alboroto. El padre Salazar, provincial de Castilla, intimó a Teresa que no hiciera más fundaciones y que se retirase a un convento sin salir de él. Trató la santa de retirarse a Valladolid, pero se opuso Gracián. En Sevilla estaba Teresa al fundarse en Caravaca (1 de enero de 1576) el duodécimo convento de descalzas. Delatada a la Inquisición por una religiosa salida del convento, eligió para su residencia el convento de Toledo. Dejó Sevilla (4 de junio), llegó a Malagón (11 de junio), y de allí a Toledo, donde ya estaba a principios de julio. Antes de establecerse, marchó al convento de Ávila para arreglar varios asuntos; pero regresó rápidamente a Toledo en compañía de Ana de San Bartolomé, a la que había tomado por secretaria. Allí concluyó el libro de Las fundaciones, las cuales se suspendieron en los cuatro años que duraron las persecuciones y conflictos entre calzados y descalzos. Eligió en Toledo por confesor a Velázquez.

Propaladas muchas calumnias contra Teresa, se trató de enviarla a un convento americano. Hizo la santa un viaje de Toledo a Ávila (julio de 1577), para someter a la Orden del Carmen el convento de San José, antes sujeto al ordinario. Miguel de la Columna y Baltasar de Jesús, desertores de la reforma, extendieron las calumnias contra los descalzos, a los que con tal motivo persiguió el nuncio Felipe Sega. Acudió Teresa al rey, que tomó en sus manos el asunto. Las monjas de la Encarnación, en Ávila, la eligieron priora, a pesar de las censuras del padre Valdemoro (octubre de 1577). La santa escribió (julio a noviembre) el libro de Las moradas. Sostuvo luego (1578) una polémica con el padre Suárez, provincial de los Jesuitas, y el nuncio redobló sus persecuciones hasta el punto de pretender destruir la reforma, desterrando a los principales descalzos y confinando a Toledo a Teresa, por él calificada de «fémina inquieta y andariega». En Sevilla un confesor delató a la Inquisición las supuestas faltas de la priora de las descalzas y de Teresa misma, sobre lo cual se formó un ruidoso expediente que puso en claro la inocencia de ambas.

Aquel año de (1578) la santa lo pasó en Ávila, y fue el más triste para Teresa, pues en una de sus cartas decía que le hacían guerra todos los demonios. Por entonces se hizo otra denuncia del Libro de su Vida. Desde principios de 1579 comenzó a calmarse la tempestad contra Teresa y su reforma. La santa escribió en Ávila (6 de junio) los cuatro avisos que dijo haber recibido del mismo Dios para aumento y conservación de su orden, los cuales publicó Fray Luis de León al fin del libro de la Vida. De Ávila salió (25 de junio) para visitar sus conventos. Sucesivamente estuvo en Medina del Campo, Valladolid, otra vez en Medina, en Alba de Tormes y Salamanca. De regreso en Ávila (noviembre), salió para Malagón, a pesar de estar enferma, y llegó a dicho pueblo (día 19) pasando por Toledo. En Villanueva de la Jara asistió a la fundación (25 de febrero de 1580) del decimotercero convento de descalzas. Regresó a Toledo, a pesar del mal estado de su salud y de los dolores de un brazo que se lo había roto (1577) resultado de una caída. En Toledo tuvo una parálisis y fallas cardíacas, que la pusieron a las puertas de la muerte. De allí pasó a Segovia y volvió a la ciudad de Ávila. Por aquellos días Gregorio XIII expidió las bulas (22 de junio) para la formación de provincia aparte para los descalzos. Teresa visitó Medina y Valladolid, donde cayó gravemente enferma. En Palencia fundó otro convento, al que siguieron dos de descalzos, uno en Valladolid y otro en Salamanca, ambos fundados en 1581. El decimoquinto de descalzas quedó fundado por la santa en Soria (3 de junio de 1581). Luego Teresa pasó por el Burgo de Osma, Segovia y Villacastín a la ciudad de Ávila, en la que las monjas del convento de San José la eligieron priora, cargo que hubo de aceptar. Después estuvo (1582) en Medina del Campo, Valladolid, Palencia y Burgos, casi siempre enferma.

Últimas fundaciones y muerte
Supo que en Granada se había fundado el decimosexto convento de carmelitas, y uno de descalzos en Lisboa. El decimoséptimo de descalzas lo fundó ella en Burgos, donde escribió sus últimas fundaciones, incluyendo la de dicha ciudad. Saliendo de Burgos pasó por Palencia, Valladolid, cuya priora la echó del convento, Medina del Campo, cuya priora también la despreció, y Peñaranda. Al llegar a Alba de Tormes (20 de septiembre) su estado empeoró. Recibido el viático y confesada, murió en brazos de Ana de San Bartolomé la noche del 4 de octubre de 1582 (día en que el calendario juliano fue sustituido por el calendario gregoriano en España, por lo que ese día pasó a ser, viernes, 15 de octubre). Su cuerpo fue enterrado en el convento de la Anunciación de esta localidad, con grandes precauciones para evitar un robo. Exhumado el 25 de noviembre de 1585, quedó allí un brazo y se llevó el resto del cuerpo a Ávila, donde se colocó en la sala capitular; pero el cadáver, por mandato del Papa, fue devuelto al pueblo de Alba, habiéndose hallado incorrupto (1586). Se elevó su sepulcro en 1598; se colocó su cuerpo en la capilla Nueva en 1616, y en 1670, todavía incorrupto, en una caja de plata. Beatificada Teresa en 1614 por Paulo V, e incluida entre las santas por Gregorio XV el 12 de marzo de 1622, fue designada (1627) para patrona de España por Urbano VIII. En 1626 las Cortes de Castilla la nombraron copatrona de los Reinos de España, pero los partidarios de Santiago Apóstol lograron revocar el acuerdo. Fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Salamanca y posteriormente fue designada patrona de los escritores.

En 1970 se convirtió (junto con Santa Catalina de Siena) en la primera mujer elevada por la Iglesia Católica a la condición de Doctora de la Iglesia, bajo el pontificado de Pablo VI. La Iglesia Católica celebra su fiesta el 15 de octubre.

Obra literaria
Cultivó además Teresa la poesía lírico-religiosa. Llevada de su entusiasmo, se sujetó menos que cuantos cultivaron dicho género a la imitación de los libros sagrados, apareciendo, por tanto, más original. Sus versos son fáciles, de estilo ardiente y apasionado, como nacido del amor ideal en que se abrasaba Teresa, amor que era en ella fuente inagotable de mística poesía.

Las obras místicas de carácter didáctico más importantes de cuantas escribió la santa se titulan: Camino de perfección (1562–1564); Conceptos del amor de Dios y Castillo interior o Las moradas. Además de estas tres, pertenecen a dicho género las tituladas: Vida de Santa Teresa de Jesús (1562–1565) escrita por ella misma y cuyos originales se encuentran en la biblioteca del Monasterio de San Lorenzo del El Escorial; Libro de las relaciones; Libro de las fundaciones (1573–1582); Libro de las constituciones (1563); Avisos de Santa Teresa; Modo de visitar los conventos de religiosas; Exclamaciones del alma a su Dios; Meditaciones sobre los cantares; Visita de descalzas; Avisos; Ordenanzas de una cofradía; Apuntaciones; Desafío espiritual y Vejamen.

También escribió Teresa poesías, escritos breves y escritos sueltos sin considerar una serie de obras que se le atribuyen. Escribió Teresa también 409 Cartas, publicadas en distintos epistolarios. Los escritos de la Santa Católica se han traducido a varios idiomas. El nombre de Santa Teresa de Jesús figura en el Catálogo de autoridades de la lengua publicado por la Real Academia Española.

Características físicas
Su confesor, Francisco de Ribera, trazó así el retrato de Teresa:
Era de muy buena estatura, y en su mocedad hermosa, y aun después de vieja parecía harto bien: el cuerpo abultado y muy blanco, el rostro redondo y lleno, de buen tamaño y proporción; la tez color blanca y encarnada, y cuando estaba en oración se le encendía y se ponía hermosísima, todo él limpio y apacible; el cabello, negro y crespo, y frente ancha, igual y hermosa; las cejas de un color rubio que tiraba algo a negro, grandes y algo gruesas, no muy en arco, sino algo llanas; los ojos negros y redondos y un poco carnosos; no grandes, pero muy bien puestos, vivos y graciosos, que en riéndose se reían todos y mostraban alegría, y por otra parte muy graves, cuando ella quería mostrar en el rostro gravedad; la nariz pequeña y no muy levantada de en medio, tenía la punta redonda y un poco inclinada para abajo; las ventanas de ella arqueadas y pequeñas; la boca ni grande ni pequeña; el labio de arriba delgado y derecho; y el de abajo grueso y un poco caído, de muy buena gracia y color; los dientes muy buenos; la barba bien hecha; las orejas ni chicas ni grandes; la garganta ancha y no alta, sino antes metida un poco; las manos pequeñas y muy lindas. En la cara tenía tres lunares pequeños al lado izquierdo, que le daban mucha gracia, uno más abajo de la mitad de la nariz, otro entre la nariz y la boca, y el tercero debajo de la boca. Toda junta parecía muy bien y de muy buen aire en el andar, y era tan amable y apacible, que a todas las personas que la miraban comúnmente aplacía mucho.

Grados de oración
Los capítulos 11 a 23 del libro de La Vida son un tratado de oración clásico y único, donde compara los niveles de oración con cuatro formas de regar un huerto. Las flores que este dará son las virtudes:

1.- Riego acarreando el agua con cubos desde un pozo.

Corresponde con la oración mental, interior o meditativa, que es un discurso intelectual sin repetición de oraciones aprendidas. Se trata de recoger el pensamiento en el silencio, y evitar las continuas distracciones. La definición de Teresa de oración mental está recogida en el Catecismo de la Iglesia católica: "…que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama." (Vida, 8, 5). Es la etapa que más esfuerzo personal requiere para tomar la decisión de iniciar este camino.

2.- Riego trasegándola con una noria.

Oración de quietud: también llamada contemplativa. La memoria, la imaginación y razón experimentan un recogimiento grande, aunque persisten las distracciones ahonda la concentración y la serenidad. El esfuerzo sigue siendo personal, se comienza a gustar de los frutos de la oración, lo que nos anima a perseverar.

3.- Riego con canales desde una acequia.

Oración de unión: El esfuerzo personal del orante es ya muy pequeño: memoria, imaginación y razón son absorbidas por un intenso sentimiento de amor y sosiego: "El gusto y suavidad y deleite es más sin comparación que lo pasado." (Vida 16,1)

4.- Riego con la lluvia que viene del cielo.

Éxtasis o arrobamiento: Se pierde el contacto con el mundo por los sentimientos. "Acá no hay sentir, sino gozar sin entender lo que se goza" (Vida 18, 1), se pierde incluso la sensación de estar en el cuerpo y cualquier posible control sobre lo que nos acontece. Corresponden con las descripciones de levitación.

En el libro Camino de Perfección (también llamado el Castillo Interior o Las Moradas) detalla las etapas de la oración en 7 pasos. Describiendo el alma como un castillo de cristal o diamante al que se entra por medio de la oración y en el que se van recorriendo diversas moradas.

Teresa insiste en perseverar en la oración con humildad frente a Dios sin exigir o buscar experiencias sobrenaturales: "…importa mucho entender que no a todos lleva Dios por un camino; y, por ventura, el que le pareciere va por muy más bajo está más alto…" (Camino de Perfección 27,2).

O dicho de otra forma: "El verdadero humilde ha de ir contento por el camino que le llevare el Señor" (Camino de Perfección 15, 2).

Reliquias y traslados
Nueve meses después de su muerte abrieron el ataúd y comprobaron que el cuerpo estaba entero y los vestidos podridos. Antes de devolver el cuerpo al cofre de enterramiento le diseccionaron una mano que envolvieron en una toquilla y la llevaron a Ávila. De esa mano cortó el padre Gracián el dedo meñique y, según su propio relato, lo mantuvo con él hasta que fue hecho prisionero por los turcos. Lo rescató a cambio de unas sortijas y 20 reales de la época.

Reunido el capítulo de los descalzos, acordó que el cuerpo de Teresa debía volver a Ávila y ser custodiado en el convento de san José. Se hizo el traslado un sábado de noviembre de 1585, casi en secreto. Las monjas del convento de Alba de Tormes pidieron quedarse con un brazo como reliquia. Cuando el duque de Alba se enteró del traslado, envió sus quejas a Roma e hizo negociaciones para recuperarlo. El cuerpo volvió de nuevo a Alba de Tormes.

Después de estos hechos no la volvieron a trasladar más, pero se sacaron varias reliquias:

* El pie derecho y parte de la mandíbula superior están en Roma.
* La mano izquierda, en Lisboa.
* El ojo izquierdo y la mano derecha, en Ronda (España). Esta es la famosa mano que Francisco Franco conservó hasta su muerte, tras recuperarla las tropas franquistas de manos republicanas durante la Guerra Civil Española.
* El brazo izquierdo y el corazón, en sendos relicarios en el museo de la iglesia de la Anunciación en Alba de Tormes. Y el cuerpo incorrupto de la santa en el altar mayor, en un arca de mármol jaspeado custodiado por dos angelitos, en dicha iglesia.
* Un dedo, en Sanlúcar de Barrameda.
* Dedos y trozos de carne, esparcidos por España y toda la cristiandad.

Títulos
* Capitana de los Reinos de España. Este título fue proclamado por las Cortes en 1626 pero los partidarios de Santiago apóstol consiguieron revocar el acuerdo.
* Doctora Honoris Causa por la Universidad de Salamanca.
* Patrona de los escritores españoles.
* Alcaldesa de la Villa de Alba de Tormes (título honorífico) desde el año 1963.
* Doctora de la Iglesia Católica, declarada en 1970.

Curiosidades
* El sepulcro de Teresa de Jesús está cerrado con nueve llaves. La duquesa de Alba tiene tres, las monjas del convento donde está enterrada tienen otras tres y el confesor de dichas monjas, las tres restantes.
* Es nominada patrona de la gastronomía.[1]
* La Iglesia anglicana también la considera santa.
* Murió el 4 de Octubre de 1582 y fue enterrada al día siguiente el día 15 del mismo mes, esto se debe al cambio del calendario juliano al gregoriano, que se produjo la noche en que la velaban.

Gibson Ortega
CRF

Agustín de Hipona

Agustín de Hipona, o San Agustín (en latín: Aurelius Augustinus Hipponensis) (Tagaste, 13 de noviembre de 354 – Hippo Regius, 28 de agosto de 430), es junto con Jerónimo de Estridón, Gregorio Magno y Ambrosio de Milán uno de los cuatro más importantes Padres de la Iglesia latina.

Biografía Infancia y juventud
Nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, pequeña ciudad de Numidia en el África romana. Su padre, llamado Patricio, no era religioso cuando nació su hijo. Su madre, Santa Mónica es puesta por la Iglesia como ejemplo de "mujer cristiana", de piedad y bondad probadas, madre abnegada y preocupada siempre por el bienestar de su familia, aún bajo las circunstancias más adversas. Mónica le enseñó a su hijo los principios básicos de la religión cristiana y al ver cómo el joven Agustín se separaba del camino del cristianismo se entregó a la oración constante en medio de un gran sufrimiento. Años más tarde Agustín se llamará a sí mismo "El hijo de las lágrimas de su madre".

San Agustín estaba dotado de una gran imaginación y de una extraordinaria inteligencia. Se destacó en el estudio de las letras. Mostró un gran interés hacia la literatura, especialmente la griega clásica y poseía gran elocuencia. Sus primeros triunfos tuvieron como escenario Madaura y Cartago. Durante sus años de estudiante en Cartago desarrolló una irresistible atracción hacia el teatro. Al mismo tiempo, gustaba en gran medida de recibir halagos y la fama, que encontró fácilmente en aquellos primeros años de su juventud. Allí mismo en Cartago se destacó por su genio retórico y sobresalió en concursos poéticos y certámenes públicos. Aunque se dejaba llevar ciegamente por las pasiones humanas y mundanas, y seguía abiertamente los impulsos de su espíritu sensual y mujeriego, no abandonó sus estudios, especialmente los de filosofía. El propio Agustín hace una crítica muy dura y amarga de esta etapa de su juventud en sus Confesiones.

A los diecinueve años, la lectura de Hortensius de Cicerón despertó en la mente de Agustín el espíritu de especulación y así se dedica de lleno al estudio de la filosofía. Además, será en esta época cuando el joven Agustín conocerá a una mujer con la que mantendrá una relación estable de catorce años y con la cual tendrá un hijo: Adeodato.

En su búsqueda incansable de respuesta al problema de la verdad, Agustín pasa de una escuela filosófica a otra sin que encuentre en ninguna una verdadera respuesta a sus inquietudes. Finalmente abraza el maniqueísmo creyendo que en este sistema encontraría un modelo según el cual podría orientar su vida. Varios años siguió esta doctrina y solamente la abandonó después de hablar con el obispo Fausto. Ante tal decepción, se convenció de la imposibilidad de llegar a alcanzar la plena verdad, y por ello se hizo escéptico.

Sumido en una gran frustración personal, decide en 383 partir para Roma, la capital del Imperio. Su madre quiso acompañarle, pero Agustín la engañó y la dejó en tierra (cf. Confesiones 5,8,15). En Roma enferma de gravedad. Tras restablecerse, y gracias a su amigo y protector Símaco, prefecto de Roma, fue nombrado "magister rhetoricae" en Mediolanum (la actual Milán).

Conversión al cristianismo
Fue en Milán donde se produjo la última etapa antes de su conversión: empezó a asistir como catecúmeno a las celebraciones litúrgicas del obispo Ambrosio, quedando admirado de sus predicaciones y su corazón. Entonces decidió romper definitivamente con el maniqueísmo. Esta noticia llenó de gozo a su madre, que había viajado a Italia para estar con su hijo, y que se encargó de buscarle un matrimonio acorde con su estado social y dirigirle hacia el bautismo. Se despidió de su compañera sentimental con gran dolor y en vez de optar por casarse con la mujer que Mónica le había buscado, decidió vivir en ascesis; decisión a la que llegó después de haber conocido los escritos neoplatónicos gracias al sacerdote Simpliciano. Los platónicos le ayudaron a resolver el problema del materialismo y el del mal. San Ambrosio le ofreció la clave para interpretar el Antiguo Testamento y encontrar en la escritura la fuente de la fe. Por último san Pablo le ayudó a solucionar el problema de la mediación y de la gracia. Ya sólo quedaba la crisis decisiva, estando en el jardín con su amigo Alipio, reflexionando sobre el ejemplo de Antonio, oyó la voz de un niño de una casa vecina que decía: toma y lee,[2] y entendiéndolo como una invitación divina, cogió la Biblia, la abrió por las cartas de Pablo y leyó el pasaje Rom 13, 13ss. Al llegar al final de esta frase se desvanecieron todas las sombras de duda.[3]

En 386 se consagra al estudio formal y metódico de las ideas del cristianismo. Renuncia a su cátedra y se retira con su madre y unos compañeros a Casiciaco, cerca de Milán, para dedicarse por completo al estudio y a la meditación. El 23 de abril de 387, a los treinta y tres años de edad, es bautizado en Milán por el santo obispo Ambrosio. Ya bautizado, regresa a África, pero antes de embarcarse, su madre Mónica muere en Ostia, el puerto cerca de Roma.

Monacato y episcopado
Cuando llegó a Tagaste vendió todos sus bienes y el producto de la venta lo repartió entre los pobres. Se retiró con unos compañeros a vivir en una pequeña propiedad para hacer allí vida monacal. Años después esta experiencia será la inspiración para su famosa Regla. A pesar de su búsqueda de la soledad y el aislamiento, la fama de Agustín se extiende por toda la comarca.

En 391 viajó a Hipona para buscar un lugar donde abrir un monasterio y vivir con sus hermanos, pero durante una celebración litúrgica fue elegido por la comunidad para que fuese ordenado sacerdote, a causa de las necesidades del obispo de Hipona, Valerio. Aceptó esta brusca elección con lágrimas en los ojos, pues al principio se negaba con gritos y lágrimas a aceptarla. Algo parecido sucedió al ser consagrado obispo en el 395. Fue entonces cuando dejó el monasterio de laicos y se instaló en la casa del obispo, que transformó en un monasterio de clérigos.

La actividad episcopal de Agustín es enorme y variada. Predica a todo tiempo y en muchos lugares, escribe incansablemente, polemiza con aquellos que van en contra de la ortodoxia de la doctrina cristiana de aquel entonces, preside concilios, resuelve los problemas más diversos que le presentan sus fieles. Se enfrentó a maniqueos, donatistas, arrianos, pelagianos, priscilianistas, académicos, etc. Participa en los Concilios regionales III de Hipona del 393, III de Cartago del 397 y IV de Cartago del 419, en los dos últimos como Presidente y en los cuales sancionaron definitivamente el Canon bíblico que había sido hecho por el Papa Dámaso I en Roma en el Sínodo del 382.

Agustín murió en Hipona el 28 de agosto de 430 durante el sitio al que los vándalos de Genserico sometieron a la ciudad durante la invasión de la provincia romana de África. Su cuerpo, en fecha incierta, fue trasladado a Cerdeña y, hacia el 725, a Pavía, a la basílica de San Pietro in Ciel d'Oro, donde reposa hoy.
La historia del encuentro con un niño junto al mar
Una tradición medieval, que recoge la historia inicialmente narrada sobre un teólogo en abstracto que más tarde fue identificado con San Agustín, cuenta la siguiente anécdota.[4] Un día San Agustín paseaba por la orilla del mar, dando vueltas en su cabeza a muchas de las doctrinas sobre la realidad de Dios, una de ellas la doctrina de la Trinidad. De repente, alza la vista y ve a un hermoso niño, que está jugando en la arena, a la orilla del mar. Le observa más de cerca y ve que el niño corre hacia el mar, llena el cubo de agua del mar, y vuelve donde estaba antes y vacía el agua en un hoyo. Así el niño lo hace una y otra vez. Hasta que ya San Agustín, sumido en gran curiosidad se acerca al niño y le pregunta: "Oye, niño, ¿qué haces?" Y el niño le responde: "Estoy sacando toda el agua del mar y la voy a poner en este hoyo". Y San Agustín dice: "Pero, eso es imposible". Y el niño responde: "Más imposible es tratar de hacer lo que tú estas haciendo: Tratar de comprender en tu mente pequeña el misterio de Dios".

La historia es usada en muchos lugares como verdadera; sin embargo, se trataría de una invención sin fundamento real, pero que se inspira al menos en la actitud de Agustín como estudioso del misterio de Dios.

Obras
Libros Autobiográficos Confesiones
La obra capital de Agustín de Hipona está constituida por trece libros en los que nos narra su vida, formación y su evolución interior; también habla de la psicología, de la filosofía, de su concepto de Dios y de su visión del mundo. Constituye, asimismo, un reconocimiento de la grandeza y bondad de Dios.

Está dividida en dos grandes partes:

* Libros 1-9: contienen la confesión de los errores de Agustín hasta su conversión. Terminan con la muerte de su madre Mónica en Ostia.
* Libros 10-13: alaba a Dios y a su creación.

Comenzó la obra tras la muerte de san Ambrosio, el 4 de abril del 397, y la terminó en el año 400. Su estilo es uniforme, y los acontecimientos son analizados con la perspectiva de haber transcurrido doce o catorce años desde que sucedieran. Por ello, si se comparan con los diálogos escritos en Casiciaco, se constatan algunas discrepancias, debidas a una valoración distinta de muchas aspectos; son las reflexiones del obispo, que ve la vida de un modo distinto.

Retractaciones
Ajustándose a los hechos, San Agustín expresó su insatisfacción por haberse comportado así con esta frase: 'Nos has hecho para ti Señor y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti.'

Filosóficos Los Diálogos
Escritos en Casiciaco, Milán, Roma y en su etapa joven. En ellos trata de la certeza, la felicidad, el orden, la inmortalidad, la grandeza del alma, la existencia de Dios, la libertad del hombre, la razón del mal y el maestro interior.

Contra académicos
Combate el escepticismo.

Disciplinarum libri
Es una vasta enciclopedia con el fin de mostrar cómo se puede y se debe ascender a Dios a partir de las cosas materiales. No está acabada.

Otros: De beata vita liber I, De ordine libri II, Soliloquiorum libri II, De immortalitate animae liber I, De quantitatae animae liber I, De libero arbitrio libri III, De musica libri VI, De magistro liber I...

Apologéticos
En estos defiende la fe contra los paganos o contra los racionalistas:

De vera religione liber I. Escrito en el 390. La verdadera religión es la que posee la Iglesia católica, el verdadero Dios es la Trinidad. En esta obra se encuentran muchas de las ideas de la Ciudad de Dios.

La ciudad de Dios (De civitate Dei libri XXII)
Es una de las obras maestras de Agustín; en ella nos ofrece una síntesis de su pensamiento filosófico, teológico y político. Fue escrita desde el 413 al 426 y la publicó en varias partes, aunque trabaja con un plan unitario.

El motivo por el cual escribió esta obra fue las críticas que los paganos hacían contra el cristianismo: Roma había caído bajo los visigodos (410), la Ciudad Eterna se había hecho añicos... De este cataclismo mundial fue culpado el cristianismo, sobre todo por los romanos cultos y ricos que huyeron al norte de África debido a la caída de Roma.

Está dividida en dos partes: en la primera combate al paganismo (l. 1-10) y en la segunda defiende la doctrina cristiana (l. 11-22).

De la primera parte:
Los cinco primeros libros refutan a aquellos que piensan que el servicio de los muchos dioses venerados por los paganos es necesario para que la situación humana sea próspera, y a los que afirman que la actual desgracia terrible es la consecuencia de haber impedido ese servicio. Los cinco libros siguientes van contra aquellos que admiten que desgracias similares han golpeado desde siempre a los mortales y los azotarán en el futuro, pero aseguran que el culto sacrificial a los muchos dioses es recomendable debido a la vida futura después de la muerte.

De la segunda parte:
Los cuatro primeros libros tratan del origen de ambos Estados, el Estado de Dios y el Estado de este mundo; los cuatro siguientes se ocupan del curso favorable o desfavorable de ellos; y los cuatro últimos, de su resultado debido.

La tesis central de la obra es la divina providencia, que guía la humanidad, dividida en dos ciudades, nacidas de dos amores, el amor de sí y el amor de Dios. En ella afronta el problema de los orígenes de la historia, de la presencia del mal, de la lucha entre el bien y el mal, de la victoria del bien y de su eterno destino. Fue una obra muy leída y ejerció una gran influencia en los siglos siguientes.

Otras
De fide rerum quae non videntur liber I, De utilitate credendi liber I, De divinatione daemonum liber I, Quaestiones expositae contra paganos VI...

Dogmáticos
Enchiridion, ad Laurentium o De fide, spe et caritate liber I
Escrito hacia 421, es un manual de teología según el esquema de las tres virtudes teologales. Contiene una explicación del Símbolo de la Fe, de la Oración del Padre nuestro y de los Preceptos Morales de la Santa Iglesia.

La Trinidad (De Trinitate libri XV)
Es una de sus obras maestras y su principal obra dogmática. Desde el 399 al 412 escribió doce libros, pero no estando satisfecho con los resultados aplazó su publicación; entonces sus impacientes amigos hicieron unas copias del manuscrito sin autorización de San Agustín y lo pusieron en circulación, lo que lo enojó bastante. En el año 420 añadió los otros tres que faltaban y revisó toda la obra.

La Obra está dividida en cinco grandes partes: Teología bíblica de la Trinidad (I-IV), Teología especulativa y defensa del dogma (V-VII), Introducción al conocimiento místico de Dios (VIII), Búsqueda de la imagen de la Trinidad en el hombre (IX-XIV), Compendio y complemento del tratado (XV).

En ella desarrolla la doctrina de las relaciones: las tres personas divinas son El Ser mismo, eterno, inmutable, consustancial, pero se distinguen por sus relaciones; la explicación psicológica; la doctrina sobre las propiedades personales de El Espíritu Santo, que procede como amor; la vida de la gracia; y sobre cómo el hombre siendo imagen de Dios es imagen de La Santísima Trinidad.

Otros
De fide et símbolo liber I, De diversis quaestionibus octoginta tribus liber I, De diversis quaestionibus ad Simplicianum libri II, Ad inquisitionem lanuarii libri II, De fide et operibus liber I, De videndo Deo liber I, De praesentia Dei liber I, De cura pro mortuis gerenda liber I, De octo Dulcitii quaestionibus liber I...

Morales y pastorales De agone christiano liber I
Es un manual de vida cristiana para instruir en la fe al pueblo sencillo.

De coniugiis adulterinis libri II
Escrito hacia el 420 demuestra la indisolubilidad del matrimonio.

Otros
Contra mendacium, De catechizandis rudibus liber I, De continentia liber I, De patientia liber I...

Monásticos Regula ad servos
La más antigua de las reglas monásticas de occidente.

Exegéticos
La Sagrada Escritura tuvo un papel decisivo para Agustín. Se puede destacar:

De doctrina christiana libri IV
Es una síntesis dogmática que servirá de modelo a las Sententiae.

De Genesi ad litteram libri XII
Su composición es del 401 al 415. Contiene de antropología, la doctrina de la creación simultánea y de las razones seminales.

De consensu Evangelistarum libri IV
Fueron escritos hacia el año 400 en respuesta a los que acusaban a los evangelistas de contradecirse y de haber atribuido falsamente a Cristo la divinidad.

Polémicos
Escribe contra los maniqueos, los donatistas, los pelagianos, el arrianismo y contra herejías en general.

Algunas de sus obras son: De natura boni liber I, Psalmus contra partem Donati, De peccatorum meritis et remissione et de baptismo parvolorum ad Marcellium libri III (de 412, primera teología bíblica de la redención, del pecado original y de la necesidad del bautismo), De gratia et libero arbitrio liber I (de 426, en el que demuestra la necesidad de la gracia de la existencia del libre albedrío), De haeresibus...

Tratados
Están distribuidos en tres secciones: comentarios en San Juan, exposiciones sobre los salmos y sermones.

Tractatus in evangelium Ioanis
Ciento veinticuatro discursos sobre el evangelio de San Juan.

Su obra más extensa es Enarrationes in Psalmos. Se trata de la única exposición completa del salterio que nos ha llegado de la literatura artística. Compuesta desde el 392 al 416.

Los sermones son el fruto de la predicación por casi 40 años. En la biblioteca de Hipona se debían conservar unos tres o cuatro mil. Trata todos los temas de la Biblia y de la liturgia.

Cartas
El extenso epistolario agustiniano prueba su celo apostólico. Sus cartas son muy numerosas y a veces extensas. Fueron escritas desde el 386 al 430. Se pueden haber conservado unas 800.

Doctrina Razón y fe
San Agustín comienza la búsqueda de la verdad de una manera casi desesperada. Ya a los diecinueve años se pasó al racionalismo y rechazó la fe en nombre de la razón. Sin embargo, poco a poco va descubriendo que la razón y la fe no se oponen, sino que su relación es de colaboración. La fe es un modo de pensar asintiendo, si no existiese el pensamiento, no existiría la fe. Por eso la inteligencia es la recompensa de la fe. La fe y la razón son dos campos que necesitan ser equilibrados y complementados.

Esta postura se sitúa entre el fideísmo y el racionalismo. A los racionalistas le responde: Crede ut intelligas ("cree para comprender") y a los fideístas: Intellige ut credas ("comprende para creer"), pues es imposible creer sin razón. San Agustín quiere comprender el contenido de la fe, demostrar la credibilidad de la fe y profundizar en sus enseñanzas.

Filosofía
Leyó y conoció de memoria muchas obras de filósofos, entre ellas estaban las de Cicerón, Varrón, Séneca, Plotino y Porfirio. Sintió preferencia por los neoplatónicos que ejercieron una gran influencia en él, pero a los que corrigió. Esta predilección se basó en considerarles los filósofos clásicos más cercanos al cristianismo y por haber dado vida a una enseñanza común de la verdadera filosofía. Los principios que componen y en los que se inspira la filosofía de San Agustín son la interioridad, participación e inmutabilidad.

Con el primero hace una invitación al sujeto para que se vuelva a sí mismo, pero no para pararse en el sujeto, sino para que se dé cuenta de que en él hay algo más que lo trasciende. La mente humana está en relación con las realidades inteligibles e inmutables. Con este principio demuestra la existencia de Dios, prueba la espiritualidad del alma y su inmortalidad y además da una explicación psicológica de la Trinidad.

El segundo principio podemos enunciarlo así: todo bien o es bien por su misma naturaleza y esencia, o es bien por participación; en el primer caso es el Bien sumo, en el segundo caso es un bien limitado. Esta participación puede ser: la participación del ser, de la verdad y del amor.

En cuanto a la inmutabilidad, el ser verdadero, genuino y auténtico es sólo el ser inmutable. No existe de alguna forma o en cierta medida, sino que es el Ser. Este principio vale para distinguir al ser por esencia del ser por participación.

Dios y el hombre
La filosofía agustiniana se centra en dos temas esenciales: Dios y el hombre.

1. Dios. Para llegar de la mente a Dios primero tenemos que preguntar al mundo, después volverse hacia uno mismo y por último trascenderse. El mundo responde que él ha sido creado y el itinerario continua; se procede a la ascensión interior, y el hombre se reconoce a sí mismo intuyéndose como ser existente, pensante y amante. Puede por ello ascender a Dios por tres vías: la vía del ser, de la verdad y del amor. Se trata de trascenderse a uno mismo, de poner nuestros pasos "allí donde la luz de la razón se enciende". Ahora bien, llegaremos a un Dios incomprensible, inefable. Este Dios es el ser sumo, la primera verdad y el eterno amor.
2. El hombre. Agustín explora su misterio, su naturaleza, su espiritualidad y su libertad. Es un grande profundum y una magna quaestio.

El compuesto humano está formado por el cuerpo y el espíritu. A pesar de lo que se dice de él, superó el espiritualismo helénico. La cárcel del alma no es el cuerpo humano, sino el cuerpo corruptible; el alma no puede ser sin él dichosa. Ésta fue creada de la nada.

La tesis fundamental que ayuda a entender el misterio del hombre es su creación a imagen de Dios, que es propia del hombre interior, de la mente. Pero ha sido deformada por el pecado y será la gracia la encargada de restaurarla.
El hombre sólo adhiriéndose al ser inmutable puede alcanzar su felicidad. En este encuentro de Dios y el hombre, Agustín examina la delicada cuestión de la gracia y la libertad.
Agustín defendió la libertad contra los maniqueos y la existencia de una sola alma y una sola voluntad: era yo mismo quien quería, yo quien no quería; yo era yo. Por último, también exploró el tema de las pasiones, reduciéndolas a la raíz común del amor. En las pasiones advierte tres posibilidades: ausencia de pasiones, orden en las pasiones y desorden o concupiscencia, la cual le hace llegar a una guerra civil.

Ser, conocer, amar
A los grandes problemas del ser, conocer y amar, le da tres soluciones, que son la creación, la iluminación y la sabiduría o felicidad.

1. Creación. Explica el problema del origen de las cosas, diciendo que Dios creó todas las cosas de la nada. Existen tres maneras de proceder una cosa de otra: por generación, por fabricación o por creación. Esta última sólo es capaz de hacerla Dios.
La creación ha tenido lugar en el tiempo. Dios crea de la nada y crea según razones eternas (ideas ejemplares existentes en la mente Divina). Pero no todo es creado de la misma manera, Dios ha creado todo simultáneamente, pero unas cosas las ha creado en sí mismas y otras virtualmente, en sus gérmenes invisibles. Esta es la teoría de las rationes seminales.
Todas las cosas son buenas porque las ha creado Dios, y las ha creado porque ha querido. Por ello el mal no puede ser una sustancia sino que es defecto, privación. Hay dos especies de mal: el mal que el hombre sufre contra su voluntad y el mal que comete voluntariamente. El primero es el mal físico y el segundo es el mal moral. Los dos provienen de la deficiencia de la criatura. Sin embargo Dios no es la causa de ningún mal, solamente lo permite, ya que Él puede sacar bien del mal.
Otro tema es el del tiempo, éste es un "enigma intrincadísimo". Podemos decir que es una distensión del alma que recuerda, intuye y aguarda.
2. Iluminación. Nuestra iluminación es una participación del Verbo, es decir, de la vida que es luz de los hombres. Dios, causa del ser, es también luz del conocer. Los hombres percibimos la verdad de nuestras afirmaciones en la verdad inmutable. El alma intelectiva es capaz de contemplar las cosas inteligibles en una luz incorpórea especial, la verdad inmutable. Así pues, la mente humana es iluminada divinamente y esto es el fundamento de la certeza de nuestros juicios.
Por último, podemos tener tres especies de conocimiento: el corporal, espiritual y el intelectual.
3. La felicidad. El hombre obtiene la felicidad de Dios y esta felicidad es Dios mismo. Para él la felicidad es el gozo de la verdad y no puede ser dichoso quien no posee lo que ama, pero dichoso es sólo quien posee todo lo que quiere y no quiere nada malo. Otro paso más, no hay felicidad verdadera si no es eterna. Por eso sólo Dios, y no los bienes temporales, puede hacernos felices. Sin embargo aquí sólo poseemos la felicidad en esperanza.
San Agustín diferencia las cosas que deben ser amadas por sí mismas, como un fin al que llegar y del que gozar y las cosas que son medios para el fin y de las que solamente debemos servirnos. Si nos quedamos en los medios nunca llegaremos a poseer la verdadera felicidad. La historia será así el contraste dramático entre dos amores: de sí y de Dios. Dependiendo del amor que elijamos llegaremos a ser felices o no.

El tiempo y la eternidad
El tiempo es creación de Dios, antes de crear el cielo y la tierra no había tiempo. Este implica un pasado, un futuro y un presente. Pero el pasado ya no existe y el futuro aún no es. En cuanto al presente es un continuado dejar de ser, un continuo tender hacia el no ser.

Agustín acabará concluyendo que el tiempo existe en el espíritu del hombre, porque es donde se mantienen presentes el pasado, el presente y el futuro. Por ello los tiempos son tres: El presente del pasado, el presente del futuro y el presente del presente. No reside en el movimiento sino en el alma.

Teología
Estos son los principios en que san Agustín se ha inspirado para hacer progresar la ciencia teológica: adhesión plena a la autoridad de la fe, deseo ardiente de alcanzar la inteligencia de la fe, firme persuasión de la originalidad de la doctrina cristiana, sentido profundo del misterio, subordinación constante de la teología a la caridad y atención a la precisión del lenguaje.

Doctrina trinitaria
Comienza con la profesión de fe, expone las dificultades e interroga a las Escrituras para responder a aquellas. Estudia la unidad y propiedades de las tres personas divinas, las procesiones y misiones, las operaciones hacia fuera de la Trinidad (que son comunes a las tres personas divinas), propone la doctrina de las relaciones y recurriendo a la imagen de la Trinidad en el hombre, encaminando a éste al amor y a la contemplación de la Trinidad.

Nos explica la igualdad (misma naturaleza) y distinción (distintas relaciones) de las personas divinas y la simplicidad de Dios, por la cual las personas se identifican con la naturaleza divina.

También son suyas la teología del Espíritu Santo y la explicación psicológica de la Trinidad:

* El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, pero principalmente del Padre, pues el Padre, que es el principio de la deidad, concede al Hijo el expirar el Espíritu Santo, éste procede como Amor y, por tanto, no es engendrado.
* La explicación psicológica de la Trinidad permite, ilustrar, a la vez, el misterio del hombre, creado a imagen de Dios. Esta imagen sólo la encuentra en el hombre interior y la expresa con esta fórmula: memoria, inteligencia y voluntad.

Doctrina cristológica
Gran claridad en la formulación: una persona en dos naturalezas. Defiende la doctrina contra todas las herejías y presenta a Cristo como ejemplo diáfano de la gratuidad de la gracia.

Expresa la unidad de la persona y dualidad de las naturalezas en Cristo de la siguiente manera: Aquel que es Dios es también hombre, y aquel que es hombre es también Dios; no por la confusión de las naturalezas, sino por la unidad de la persona. Esta unión es admirable y la mejor analogía es la unión que se produce en el hombre, la del cuerpo y del alma en la unidad de la persona.

En virtud de la comunicación de idiomas Agustín defiende que Dios ha nacido, que Dios ha sido crucificado, que Dios ha muerto.

Por último Agustín aclara que la naturaleza humana fue asumida a la unión personal con el Verbo en el mismo instante en que fue creada.

Mariología
Cuatro puntos:

* Por la comunicación de idiomas defiende la maternidad divina: "Dios ha nacido de una mujer".
* La virginidad perpetua: "Virgen concibió, Virgen dio a luz y Virgen permaneció".
* A María "le fue concedida una gracia mayor para vencer en todo momento al pecado".
* La relaciones entre María y la Iglesia. María es modelo de la Iglesia por el esplendor de sus virtudes y por la gracia de ser corporalmente lo que la Iglesia debe ser espiritualmente.

Soteriología
Para defender la Iglesia contra los pelagianos y paganos profundizó en la soteriología y la gracia desarrollando los siguientes puntos:

* Cristo es el único mediador y en cuanto hombre Dios.
* Cristo es el mediador en cuanto redentor. Cristo se encarnó para redimir a los hombres del pecado. La redención es necesaria pues nadie puede salvarse sin Cristo; es objetiva (la redención), porque no consiste sólo en el ejemplo, sino que la reconciliación con Dios es universal ya que Cristo murió por todos los hombres. De esta teología de la redención, San Agustín, deduce la teología del pecado original: consiste en un alejamiento de Dios, precisamente porque Cristo nos ha reconciliado a todos los hombres con Dios.
* Cristo como sacerdote y sacrificio. Cristo quiso ser no sólo sacerdote, sino además sacrificio.

Antropología sobrenatural
La doctrina católica discurre entre los opuestos errores de los maniqueos y de los pelagianos. Defendió la existencia del pecado original, la bondad de las cosas, la remisión total y perfecta de los pecados en el bautismo, se opuso a la tesis pelagiana de impecancia, enseñó la necesidad de la gracia y la libre cooperación del hombre.

A continuación se tratarán las doctrinas del pecado original, la justificación, la gracia y la predestinación.

1. En el pecado original distingue entre existencia y naturaleza. Defendió su existencia con todos los argumentos de la teología, bíblicos, litúrgicos, artísticos y de razón: la finalidad soteriológica de la encarnación, Rm 5,12-19, el bautismo de los niños, la tradición y el problema del mal. En cuanto a su naturaleza, reconoce su carácter misterioso. Afirma que se trasmite por propagación y lo define de la siguiente manera: el pecado original es la concupiscencia unidad al reato. Por último, es falso que san Agustín identificara pecado original y concupiscencia.

1. Para comprender la justificación, hay que distinguir entre remisión de los pecados y renovación interior: la remisión de los pecados es plena y total y la renovación interior es progresiva y alcanza su perfección sólo en la resurrección. La justificación cristiana comporta ya en esta vida la restauración de la imagen de Dios, aunque plenamente sólo se alcanza en el más allá. Antes del pecado, el hombre gozaba de la libertad menor, consistía en poder no pecar y poder no morir; después de la resurrección gozará de libertad mayor, que consiste en no poder pecar y no poder morir. Esta idea de justificación es escatológica.
2. La gracia adyuvante. La gracia no es la creación, ni la ley, ni la sola justificación. Su función es alejar los obstáculos que nos impiden hacer el bien. Es el Don gracioso de Dios, la inspiración de la caridad, es un don gratuito de la benevolencia divina. El doctor de la gracia, afirma la absoluta necesidad de esta gracia para poder evitar el pecado y para alcanzar la salvación. Esta gracia es eficaz, pero para explicarlo entramos en el tema delicadísimo de la libertad y el don divino. El libre albedrío no es aniquilado por la gracia, sino que es fortalecido. "Aquel no sucumbe porque es ayudado, sino que es ayudado para que no sucumba". Hay una armonía entre la gracia y la libertad.
3. La predestinación es la presciencia de Dios y la preparación de sus beneficios, por los cuales certísimamente se salva todo el que se salva. Agustín ha enseñado dos verdades contrarias en apariencia: la gratuita predilección de Dios por los elegidos y el amor de Dios por todos los hombres. Dios tiene siempre en su haber una gracia que ningún corazón, por puro que sea, podrá jamás rechazar, entonces ¿por qué no la usa con todos y permite que algunos perezcan? Agustín responde que no sabe. Esta doctrina también tiene un significado pastoral, pretende ayudar al cristiano a evitar la presunción y la desesperación.

La Iglesia
La Iglesia es uno de los temas centrales de San Agustín. La estudió como hecho histórico, los motivos de su credibilidad y como comunión y cuerpo místico de Cristo. Cuando habla de ella se puede referir a la comunidad de fieles, a la comunidad de los justos, o a la comunidad de los predestinados.

Defiende su unidad, catolicidad, apostolicidad y santidad. Asegura que el bautismo es válido también fuera de la Iglesia aunque aproveche sólo en ella. La Iglesia se extiende más allá de sus confines institucionales y tiende hacia la eternidad. Es, aunque no exclusivamente, escatológica, pues sólo entonces los pecadores serán separados de los justos.

Soluciona el problema de la presencia de los pecadores en la Iglesia diciendo que es un cuerpo mixto y que los pecadores no contaminan las virtudes de los buenos, por eso sigue santa aún a pesar de aquéllos. Los pecadores forman parte de la Iglesia sólo en apariencia, los justos poseen realmente la justicia, son hijos de Dios.

El núcleo central de la eclesiología es Cristo, que está siempre presente obrando en la Iglesia, el Espíritu Santo es el alma del cuerpo místico y por ello el principio de comunión. La Iglesia es también ahora reino de Cristo.

Escatología
Se opuso a la concepción platónica de la historia, defendió la resurrección de los cuerpos, cuerpos de verdad pero incorruptibles. Esclareció la eternidad de las penas. No admitió la apocatástasis de Orígenes.

Insistió en la dimensión social y cristológica para explicar la felicidad del cielo. El cielo es la "insaciable saciedad". Antes de la resurrección no poseemos y esta felicidad plenamente, sino sólo una "consolación de la tardanza".

Por último, admitió la existencia del purgatorio.

Doctrina espiritual
La espiritualidad agustiniana se orienta al culto y amor de la Trinidad, tiene por centro a Cristo, se da dentro de la vida de la Iglesia, su tarea es la restauración de la imagen de Dios en el hombre y se nutre de la sabiduría de las Escrituras.

Sus líneas esenciales son:

* La vocación universal a la santidad. Todos los cristianos pueden alcanzar la salvación.
* La Caridad, centro, alma y medida de la perfección cristiana. Esta es el contenido de las escrituras, el fin de la teología, la síntesis de la filosofía y la esencia y medida de la perfección cristiana. Pone en un juego el dinamismo cristiano y el único deseo que tiene es a Dios.
* La humildad, condición indispensable para el crecimiento de la caridad. Tenemos que reconocer lo que somos: criaturas, hemos de reconocer la gratuidad de la gracia.
* La purificación, ley de las ascensiones interiores. Necesitamos de la ascesis para crecer en la caridad.
* La necesidad de elaboración. El hombre ha de ser maestro o de oración y preparar su corazón para recibir lo que Dios quiera dar. Esta oración debe llevarnos a los demás, que es de índole social.
* La ascensión por los grados del alma hacia Dios. Describe cuatro grados: virtud, serenidad, entrada y morada o contemplación.

Recepción
San Agustín tiene gran importancia en la historia de la cultura europea. Sus Confesiones suponen un modelo de biografía interior para muchos autores, que van a considerar la introspección como elemento importante en la literatura. Concretamente, Petrarca va a ser un gran lector de San Agustín: su descripción de los estados amorosos enlaza con ese interés por el mundo interior que encuentra en San Agustín. Por otro lado, San Agustín va a ser un puente importante entre la Antigüedad y la cultura cristiana. El especial aprecio que tiene por Virgilio y Platón va a marcar fuertemente los siglos posteriores. Así, se puede decir que la Edad Media, hasta el siglo XIII y el redescubrimiento de Aristóteles, va a ser platónica. El especial aprecio por Virgilio se va a manifestar, por ejemplo, en la Divina Comedia de Dante Alighieri.

Agustín y la Ciencia Agustín y la Teoría de la Relatividad
Según el científico Roger Penrose, San Agustín tuvo una «intuición genial» acerca de la relación espacio-tiempo, adelantándose 1500 años a Albert Einstein y a la Teoría de la Relatividad cuando Agustín afirma que el universo no nació en el tiempo sino con el tiempo, que el tiempo y el universo surgieron a la vez.[5] Esta afirmación de Agustín también es rescatada por el colega de Penrose, Paul Davies.

Agustín y el Evolucionismo
Agustín, quien tuvo contacto con las ideas del evolucionismo de Anaximandro, sugirió en su obra La Ciudad de Dios que Dios pudo servirse de seres inferiores para crear al hombre al infundirle el alma, defendía la idea de que a pesar de la existencia de un Dios no todos los organismos y lo inerte salían de Él, sino que algunos sufrían variaciones evolutivas en tiempos históricos a partir de creaciones de Dios.

Gibson Ortega
CRF