
En 1600 se construye una ermita para la veneración de la excelsa Virgen. Desde entonces para acá, Nuestra Señora de la Consolación, es el centro devocional de Táriba, y la más preciada reliquia de sus buenas y cristinas gentes.
El 15 de agosto se celebra su fiesta, con solemne Pontifical y sermón de circunstancias. Y es entonces cuando el amor a Nuestra señora de la consolación se desborda por todas partes, lleno de unción de fe y de esperanza, y cuando la piedad de tachirenses, de venezolanos y de muchos colombianos abre caminos de luz para venirse a postrar a sus plantas maternales.
Allí esta ELLA, la Reina, la Madre, siempre es trance de amor y de entrega, recogiendo los dolores de los hombres para devolverlos trocados en alegría o en alivio. Por eso hasta su trono, joya y relicario del arte de oro y rutilantes piedras preciosas, vienen todas las gentes con tranquila confianza: los nobles y los hijos del pueblo, los obreros y lo menestrales, los ricos y los pobres, los inteligentes y los rudos los empleados y los buenos campesinos que el día de sus fiestas se visten de gala, y recogen las primicias de sus mejores cosechas y rasgan con las manos briosas las cuerdas del cuatro y de las guitarras, para venirle a decir a la Madre las Càntigas de su amor limpio y sin mancha.
Gibson A. Ortega S.
CRF
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